EL HUECO

Este blog como lo indica su nombre, es un hueco por el que trataré de filtrar información que la tiranía que ejercen los medios con su uniformidad de mensaje, no nos permiten conocer y menos aún analizar. Espero que en esta lucha no esté solo, ya que siento la obligación moral de hacerla igual. Mandame tus notas, comentarios, opinines, cualquier colaboración en esta línea es de vital importancia. Hoy como nunca los medios nos tapan la información con más información. Por ello y como dijo Rodolfo Walsh: “Reproduzca esta información, hágala circular por los medios a su alcance: a mano, a máquina, a mimeógrafo, oralmente.El Terror se basa en la incomunicación. Rompa el aislamiento. Vuelva a sentir la satisfacción moral de un acto de libertad”.



jueves, 20 de septiembre de 2012

Sobre cacerolazos y otras yerbas:


El cacerolazo que pasó tuvo diversas repercusiones: oficialistas que lo desestimaron y opositores que lo exageraron. Existió, es real y tratemos de explicar los porqués más allá de ideologías antagónicas. Esto no trata de desidiologizar las discusiones, pues creo imposible hacerlo (no creo en el "periodismo independiente") pero trato de alejarme de las miradas posibles y, tomando esa distancia, ver que me llamó más la atención. Y fueron dos cosas las que lo hicieron por sobre el resto. El morbo y violencia de muchas de las pancartas y cantos que se vieron (y que TN y Cia se ocuparon de acuerdo a su costumbre de ocultar, a pesar que es difícil tapar el sol con la mano) por parte de quienes dicen querer democracia y no entienden bien (o no quieren, o mienten) de que se trata el asunto. Esto acompañado de la ya lógica costumbre de los medios de fogonear quilombos a poco de pasada una elección presidencial que para nuestro sistema es la máxima expresión de participación democrática de los ciudadanos (como en 2008 con el campo ¿viste?).
La otra cosa que me llamó la atención es la falta de propuestas y consignas como sociedad, dando lugar a una propuesta individual, resumida al agigantamiento a niveles record de un YO supremo, único, donde nos muestra que para crecer como país lo debemos hacer primero como sociedad. Y para ello, es fundamental que el "nosotros" quede por delante del "yo" (ahora tengo miedo que me asesinen los jefes de publicidad de todas las multinacionales). No es muy difícil ver ese retroceso social en el día a día.
Antes si un ladrón quería llevarse una cartera en el barrio, debía correr como Bolt, ya que de lo contrario iba inexorablemente iba a ser perseguido por una manada de vecinos furiosos que lo cagaban a trompadas y lo entregaban al policía de la cuadra. Ahora el tipo afana a una viejita con un segelín y nadie siquiera la ayuda a levantarse después de consumado el hecho.
Antes la gente te ayudaba ante cualquier problema que te pudiera suceder en la calle y ahora le pedis la hora a alguien y te miran como si fueses Robledo Puch. 
Toda esas supuestas verdades tipo "si no te queres primero vos no queres a nadie", "a mi nadie me ayuda, todo lo que hice lo hice solo", "que bien la hizo fulano (siendo este un turro que hizo negocio vendiendo leche adulterada a los colegios)", "mejor no te metas", "algo habrá hecho" y demás mierdas inventadas para controlarnos y vendernos boludeces (cuantos conocemos gente con blackberrys que solo las usa para hablar en el colectivo con la esposa para preguntarle que va hacer de comer a la noche) que no se sabemos bien para que mierda las tenemos en nuestras vidas
Pero bueno, volvamos al punto.
De todos los que escribieron sobre el tema (y pude leer) la nota que creo mejor marcó la esencia del cacerolazo fue esta y por eso me gustaría compartirla con uds.  

Una miradansumado (desde lejos) de la/s marcha/s

Diario Página 12
Sábado, 15 de septiembre de 2012

 Por Eduardo de la Serna *
Sería absurdo pretender decir una palabra clara y distinta acerca de las marchas de ayer en mi situación: estando lejos, a poco de producidas, sin toda la información que sería de desear, y sin haber participado. Pero igual creo que algo se puede (empezar a) decir.
En primer lugar, desde hacía semanas me llegaban correos electrónicos invitando a la marcha. Correos de desconocidos, y de remitentes falsos, porque no podía responder. En segundo lugar, me parecía razonable pensar que a la/s marcha/s iba a ir bastante gente, lo cual sería evaluado de diferente modo según el espectador o lector. Pero que vaya mucha gente (“miles” al decir de todos los diarios que leí, lo que significa “no-cientos”, tampoco “decenas-de-miles”) no necesariamente es indicio de sensatez. Multitudes se han convocado por los más diversos modos, y no siempre fueron –al menos mirando a la distancia– marchas sensatas. Podríamos recordar el vitoreo a Galtieri por Malvinas, o la “fiesta de todos” luego del triunfo (sic) del Mundial ’78, la marcha del “Felices Pascuas” o las “decenas de miles” de personas que convocó el respirador serial en el Planetario la semana pasada...
Podríamos también mirar algunas voces, pre o post marcha, sean la de Amadeo o Patricia Bullrich, con consignas simples, elementales, obvias... ¡pobres! O el (in)análisis de Mauricio, diciendo que la marcha era pacífica y no era en contra de nadie, lo que los cantos coreados o algunos carteles parecen desmentir; o que espera que “la Presidenta tome nota de lo de ayer”, como si él hubiera “tomado nota” del resultado electoral 2011. Podemos también mirar la columna del ultra-C, por Clarín, Julio Blanck, que habla de “guerra” (puaj). Y podemos también tener presente que así como en “tiempos electorales” hay cosas que son “normales”, pero a las que no hay que prestarles demasiada atención (denuncias, actos, propuestas...), antes del 7 de diciembre, hay cosas que –como Sancho– “veredes”.
Pero no está de más mirar un detalle que me parece interesante. Los medios comentan unánimes la disparidad de temas que fueron abordados por los manifestantes ayer; en el mismo Clarín, en dos columnas diferentes, se mencionan grupos de temas bien diferentes: “consignas contra la corrupción, la inseguridad, la inflación y la re-reelección”, dice una; y “Seguridad, libertad y justicia, los principales reclamos de la gente”, dice la otra en el mismo diario. Y mirando las cosas que la gente decía y/o cantaba (dejando de lado los insultos o los absurdos, que imbéciles hay en todas partes; y con esto aludo también a la palabra “dic/ktadura”) se me ocurre una reflexión: la gente manifestó, dijo lo que quiso y no hubo represión ni violencia. Hace tres días, en Chile manifestaron contra el golpe de 1973 y hubo represión y violencia (como en Córdoba hace unos días, acoto). La Corte –de Justicia hablamos– acaba de decidir que el caso de la “Campaña sucia” contra Filmus pase del fuero federal al fuero porteño, con lo que parecería ser beneficiado Macri; el tema viajes/dólares apareció en varios, y la trillada idea de ir adonde quiero, hacer lo que quiero se repite hasta el hartazgo, sin recordar –o recordando– que hubo un tiempo en que se podía viajar cuantas veces se quería y gastar cuanto se quería para comprar “2”, y gracias a tanta “libertad” individual, el país estalló en miles de fragmentos. Y acá –creo– está el tema: los cantos, consignas y planteos (legítimos de expresar, por cierto) eran –al menos en su mayoría– totalmente individuales: “quiero salir a la calle sin que me roben” era el planteo de la seguridad; no el bienestar social como “seguridad”; “quiero poder viajar” como si los “cientos de miles” (mejor dicho, “millones” de pobres) alguna vez hubieran podido viajar sin que nadie levante su voz a favor de ese derecho... La multitudinaria “marcha del yo” preocupada por “mis” derechos se manifestó coherentemente en que cada “yo” tenía su propia consigna; no había un “nosotros”, un “Pueblo”, salvo que al extraño momento en el que se cantó “si éste no es el Pueblo...” se le dé alguna entidad. Pocas cosas me parecen tan clásicas de la “clase media” argentina que su “amor al yo”, el mismo de sri sri, el mismo del “yo, argentino”, o “no te metás”, coherente con el “por algo será” o “en algo andaría”. Multitudinarios “yoes” que pareciera que nunca pueden mirar un “nosotros”... Pero hace ya 200 años que estamos habituados a convivir (¿?) unos y otros, puerto y pueblos; civilización y barbarie, blancos y negros... De proyectos se trata. Pero mientras unos insinúan siempre el deseo por el voto calificado, otros proponen ampliación de derechos, aunque los calificados (o clarinificados) “no tomen nota”, total... se han copiado siempre.
* Coordinador del Movimiento de Sacerdotes en Opción por los Pobres.