EL HUECO

Este blog como lo indica su nombre, es un hueco por el que trataré de filtrar información que la tiranía que ejercen los medios con su uniformidad de mensaje, no nos permiten conocer y menos aún analizar. Espero que en esta lucha no esté solo, ya que siento la obligación moral de hacerla igual. Mandame tus notas, comentarios, opinines, cualquier colaboración en esta línea es de vital importancia. Hoy como nunca los medios nos tapan la información con más información. Por ello y como dijo Rodolfo Walsh: “Reproduzca esta información, hágala circular por los medios a su alcance: a mano, a máquina, a mimeógrafo, oralmente.El Terror se basa en la incomunicación. Rompa el aislamiento. Vuelva a sentir la satisfacción moral de un acto de libertad”.



martes, 30 de abril de 2013

POLICÍAS EN ACCIÓN


Al mirar las imágenes en la televisión, me preguntaba si estaba viendo una de esas películas clase B de  Chuck Norris donde el Marshall arremete a patadas con todo lo que se le pone enfrente. Faltaba el bueno de Chuck en su papel de policía correcto y pusiera las cosas en su lugar contra todos esos tipos que diciéndose defensores la ley disparaban contra todo lo que se moviera enfrente. O que era un documental de la época de la dictadura o… del 2001.
Pero no, era en vivo y en directo en un hospital (!!!) y los policías no eran otros que los de la Metropolitana, ese caprichito de Macri que, ya contando con la Policía Federal, creo un cuerpo sin otro motivo que la represión de la protesta social contra cualquiera de sus matoneadas o negociados. Ellos eran los encargados de la barbarie. La policía del admirador de Menem, Cacciatore y muchos otros que no nombra porque los sabe piantavotos para cualquier político hoy día.
Fue –aunque parezca mentira- en el Borda, un hospital… ¡y psiquiátrico! ¿A alguien se le ocurre reprimir con gas lacrimógeno, gas pimienta, palos, balas de goma, en un hospital? No creo… ¿Alguien que se llene la boca hablando de diálogo y democracia? Menos aún.
Pero claro, los porteños o bien seguimos con la venda en los ojos, o interiormente estamos de acuerdo con la división entre los que mandan sin límites y los que deben obedecer sin chistar. Porque Macri es esto que hoy podemos ver en HD en su faz más cruda y brutal. Es de los tipos que hablan de la ley solo si esta los favorece, caso contrario, te muelen el lomo o se la pasan por el culo. Y Macri hizo las dos cosas, primero con la justicia por la que tanto pregona, y después con sus ciudadanos que protestaban por (a su entender) una injusticia. Pero el émulo de Freddy Mercury es de los que se saben al tope de la cadena alimenticia, y si se siente desafiado, facilita la caza matando a la presa.
Él, que habla de equipos técnicos, planificación y eficacia (así llegó al poder luego de una zancadilla a Ibarra que, sin siquiera estar procesado y luego fue absuelto en un juicio justo, fue echado a patadas de la Intendencia), se ve desnudado por su improvisación constante, su falta trabajo, de cuadros políticos y de su torpeza extrema para gobernar. Jamás se hace cargo de nada y siempre tiene a quien culpar: al clima, al gobierno nacional, a la mala suerte… lo que sea. Es como ese jefe que todos alguna vez tuvimos que le tira el fardo a cualquier perejil para salir indemne aunque toda la evidencia muestre lo contrario.
La que en los libros de historia figurará como la “Batalla del Borda” comenzó apenas Macri asumió, allá por 2007. Al principio era un grano en el cuerpo de un gobierno que “siempre” tuvo como objetivo la creación de “oportunidades” para sus miembros, creando los mejores negocios inmobiliarios en la ciudad más rica del país. Las declaraciones del ministro Chaín ante la CAC (Cámara Argentina de la Construcción) apenas asumió, donde dijo al hablar ante sus más destacados miembros, que por primera vez “somos” (sic) gobierno, desatando el júbilo de los constructores que veían piedra libre para sus más trasnochados sueños, representó (y representa) toda una declaración de principios. Así se sucedieron los accidentes laborales, los derrumbes, los muertos, sin que pasara más allá de una noticia que la sociedad digería entre comidas sin responsables de ninguna de estos actos irresponsables y muchas veces criminales. Así también se contribuyó a las inundaciones, a la degradación de la infraestructura de la ciudad, a las plazas de cemento, al pavimento por adoquines, a las bicisendas sin sentido, y a cualquier cosa que pudiera ser “negocio”.
Y así llegamos a la venta -a un precio de amigo- de los terrenos de Alem y Córdoba (con la excusa que se destinaría el dinero para construir escuelas que jamás se hicieron y para arreglar otras que aún hoy siguen “en obra”), al poco apego al planeamiento urbano sin respetar a zonas que por siempre fueron residenciales,  a la construcción indiscriminada de torres, a los shoppings que inundan barrios (el DOT en el Barrio Mitre), al asfalto indiscriminado, las plazas de hormigón, la elección del Metrobús ante la de los 15 kilómetros de subte que había prometido en campaña (también para deshacerse de eso tiene una excusa), a los hospitales y escuelas abandonadas a su suerte (menos las privadas, obvio, para esas guita siempre hay).
Todo, absolutamente todo lo que nos llega del PRO, nos llega con una bolsa de cemento de regalo. Es su packashing, su marca de origen.





Y el Borda se puso delante de esto. Y la justicia también. Y el bueno del ingeniero Macri primero les pasó por encima la topadora y después, como quedaban disconformes,  los molió a palos con sus legiones siglo XXI. Sin medias tintas, sin más discusión, nada del diálogo que proclama ante el primer micrófono que le acerquen los mismos periodistas que, si dejan de serle funcionales, los apalea también.
En la previa de la represión había tres fallos judiciales en contra de la demolición y posterior construcción: dos firmes y uno en plena gestación.
El primero es un fallo de la Jueza Patricia López Vergara que paralizó la licitación hasta determinar si la obra avanzaba sobre un lugar declarado Monumento Histórico y que carecía de la necesaria autorización de la Comisión Nacional de Museos y Monumentos Históricos.
El segundo era un fallo por el daño que la obra les generaba a los pacientes usuarios del taller protegido que Macri tiró abajo.
Ambos fallos de primera instancia fueron ratificados por la Cámara el 28 de diciembre de 2012, por lo que se encontraban vigentes, según adelantó el propio tribunal.
El tercer recurso, presentado por el dirigente de ATE Marcelo Frondizi, era contra el desmantelamiento del taller protegido sin tener alternativa de otro con similares prestaciones. Su pedido fue primero avalado por la Jueza Elena Liberatori, luego revocado por su par Andrea Danas al considerar que el taller había sido reemplazado por otro en la calle Brandsen, y por último ante el pedido del fiscal de una inspección ocular, la Cámara accedió y realizó el trámite el miércoles 24 del corriente determinando que el mencionado predio no contaba con las mínimas condiciones necesarias para su uso, terminando de inclinar la balanza en contra de Macri.
Ante toda esta movida judicial en contra de sus intereses, Macri optó por desconocer a la justicia (“…en 26 años de función nunca vi semejante hecho de desobediencia a un procedimiento jurídico”, afirmó Gustavo Moreno, asesor tutelar de la Defensoría del Pueblo de Buenos Aires), por lo que el mismo lunes fue denunciado por “desacato” e “incumplimiento de los deberes de funcionario público”, caso en el que según muchos juristas es muy probable que pueda ser considerado culpable ante la evidencia de su burda e ilegal maniobra. De todos modos, a esto último Macri ya nos tiene acostumbrados, y esta nueva denuncia se agregará a las que ya tiene por apalear indigentes a través de la patota de la UCEP (germen de la posterior Metropolitana), a espiar a opositores y hasta su propio cuñado a través del Fino Palacios (su primer jefe de policía, hoy preso por la causa AMIA) y por su aparición televisiva al revelar datos y paradero de una chica que pedía un aborto luego de ser violada, algo a lo que Macri (con aval de Bergoglio) se oponían a pesar de ser legal según las leyes de la ciudad.
La represión de la Metro fue feroz
 Aparte, la Cámara tras evaluar que la conducta de Macri y varios de sus funcionarios que “no pueden considerarse negligentes sino como evidencia de una verdadera intención de desconocer las decisiones judiciales” y que por “… la desmesura e inoportunidad del curso de acción adoptado”, resolvió imponer multas al Jefe de Gobierno, al procurador y al Ministro de Desarrollo Urbano (Chaín). Las multas son por 20000 pesos por barba y de seguro serán pagadas con agrado por Teximco, Ema y Dal Construcciones, adjudicatarias por 369 millones de pesos (que serán muchos más al fin de la obra) del chiche preferido de Mauricio Macri: el Centro Cívico.
Allí Macri quiere mudar la Jefatura de Gobierno y a cinco ministerios, a lo que a los postres le asegura un nuevo y pingüe negocio: la futura venta del actual Edificio del Plata, ubicado en el corazón del microcentro porteño a tan solo dos cuadras del Obelisco.
Para ello el Gobierno de la Ciudad va a destruir un predio parquizado de varias hectáreas, “cementizando” las zonas forestadas para agregar un nuevo tapón al escurrimiento de aguas que tanto precisa la ciudad.
Y para esto la Metropolitana cargó y apaleó sin miramiento alguno a trabajadores, médicos, manifestantes, pacientes, periodistas y hasta legisladores. El saldo de la represión que pudimos ver en vivo y en directo (mal que le pese a TN, la Nación y Clarín, que trataron de ocultarla) fue de media centena de heridos y muchos detenidos, y no pudo ser disfrazado por los medios dominantes con el único fin de no opacar la carrera de uno de sus “pollos” (junto a Scioli, Carrió y Sanz, entre otros).
Incluso fue golpeado, baleado con posta de goma, esposado y detenido un fotógrafo del propio Diario Clarín, hecho que el propio matutino de Magnetto minimizó y luego ignoró olímpicamente en sus múltiples medios. Ni el diario, ni sus canales de cable y repetidoras, ni sus portales de internet dieron mayor importancia al tema esperando su rápida evaporación.
Por otra parte, los legisladores María Rachid, Fabio Basteiro y Alejandro Bodart también resultaron magullados por los golpes y balazos de goma que la “Metro” regalaba a diestra y siniestra. La legisladora Rocío Sánchez Andía fue a pedir identificación a una supuesta “fuerza especial” del cuerpo policial que actuaba a cara cubierta y sin ningún tipo de nombre ni rango visibles, recibiendo como toda respuesta de parte de uno de ellos un lacónico “correte pendeja”. Es este el apego de la policía de la ciudad a la ley, la democracia y la república.
¿Se imaginan ustedes la reacción de estos mismos medios y de los políticos opositores si el gobierno de Cristina Kirchner hubiese mandado a reprimir de esta forma a los tipos que trataban de forzar las puertas del Congreso en el “pacífico” 18A? ¿Y si la Policía Federal hubiese golpeado a un fotógrafo de Clarín en esa marcha? ¿O un uniformado le hubiese dicho “correte pendeja” a Vidal, Alonso o Donda? ¿O gaseado a Elisa Carrrió? ¿Y si la perdigonada de goma fuera a la humanidad de Moyano, el Momo Venegas, Alfonsín,  De Narváez, Binner, Gil Lavedra, Pino Solanas o el propio Macri?
Yo sí. Estarían llamando a invadir la rosada y quemar viva en la plaza a la Presidente. Pero bueno, las varas que miden los hechos son muy diferentes. Y los humores de los porteños que miran para otro lado, también. No veo por esto a ningún opositor o medio llamar a un cacerolazo, siquiera a salir con cucharitas de café.
Nadie habla que esto es la lógica respuesta de una policía tirada de los pelos, cuyas cúpulas provienen de los deshechos de la Federal. Tipos que fueron exonerados o dados de baja de la fuerza por diferentes motivos. Incluso muchos por usar una desmedida fuerza contra los habitantes a los que deben proteger.
También la Metropolitana se nutrió de infantes de marina, que emigraron no por convicción sino ante la perspectiva de mejor remuneración. Es obvio que su preparación para la guerra no tiene absolutamente nada que ver con la que deben tener los integrantes de una policía en democracia. Pero no importa, para Montenegro y Macri está todo bien. Si incluso mandaron a los oficiales superiores de la fuerza a hacer “cursos de capacitación” (sabe Dios en qué  consisten) a la heredera de la Escuela de las Américas, ese engendro yanqui creado para nutrir de cuadros a los gobiernos golpistas Latinoamericanos y a la que concurrieron desde Galtieri hasta muchos de los represores que hoy gracias al Gobierno Nacional están donde merecen, presos.
Para que el propio gobierno de Macri nos explique el motivo de la brutal represión (¿qué pretende usted de mí?, diría Isabel Sarli), dejo para el final las palabras del Ministro de Seguridad porteño, Guillermo Montenegro. Al ser interpelado en la Legislatura porteña dijo que  “no entiendo por qué debiera renunciar” y, lo más demostrativo del pensamiento PRO, que “…la Metropolitana llegó a las 6 de la mañana para “respaldar” a una empresa constructora”. A confesión de parte, relevo de pruebas. ¿Será justicia?


 Mientras Clarín habla de "incidentes", minimizando la cuestión,
La Nación titula "enfrentamientos" remedando épocas oscuras.
El resto es más Claro: Represión. Una perla la tapa de Crónicas
que coloca un original "DesBORDAdos"


TAN LEJOS… TAN CERCA.


Al norte de Sudamérica, de un lado los Andes y del otro el llano, en un valle y con el marco imponente del Caribe bañando sus costas a escasos kilómetros, se encuentra Caracas, capital de Venezuela.
Más de cinco mil kilómetros al sur, bien al sur del continente, casi donde el mapa se termina y en medio de otra llanura, con el Río de la Plata bañando sus costas (aunque casi no nos enteremos ya que siempre le dimos la espalda) está Buenos Aires, capital de Argentina.
Parecen dos ciudades lejanas, diferentes en su geografía, sus gentes, sus modos, sus colores, sus ritmos… Pero sin embargo, de un tiempo a esta parte (política mediante) están cerca, muy cerca. Ambas fueron cunas de libertadores, de hombres que lucharon por la libertad de esta parte del mundo. Hombres que nos soñaron unidos, hermanados. Pero otros hombres, también nuestros, poderosos, dueños de las vidas y destinos de los hombres de esta región, soñaron otra cosa, un sueño de egoísmo, individual, mezquino. Y separaron nuestros rumbos…. E intentan seguir haciéndolo hoy día. Esa lucha entre libertadores y entregadores de nuestros pueblos sigue latente, viva, intensa.

La derrota por “apenas” 300.000 votos de Capriles en Venezuela, llevó a la oposición a sacar a “su” gente a las calles luego de proclamar un fraude que solo ella reconoce. Ni Unasur, ni la OEA, ni el Centro Carter, ni una variedad de países de Europa, Asia y África, vislumbraron irregularidades en los comicios. Solo cuentan en su alocada denuncia con el tibio apoyo de EEUU (cuando no), una España en llamas a cargo del delirante Rajoy y una caterva de golpistas latinoamericanos.
El resultado de esta marcha fue simplemente descargar odio en las calles creando un clima de insurrección, con una cosecha de siete muertos que poco le importan a estos tipos que solo quieren satisfacer sus ansias de poder para devolver el viejo status quo que gobernó allí y en toda Latinoamérica durante casi toda su historia.
Pidió rever el comicio de una manera que no existe en la ley venezolana (el conteo manual) debido a la probada efectividad de su sistema electoral, el mismo que hizo que, en el referéndum de 2007, un siempre triunfador Chávez reconociera la derrota por un margen aún menor que el que hizo perder a Capriles. La diferencia de Chávez en su forma de hablar y actuar (“… No acuerdo con la decisión, pero me someto a la voz del pueblo en las urnas”) con la demostrada con el doble venezolano de Majul habla a las claras quien es el que reniega de las formas democráticas de elección. Chávez había perdido por un escasísimo margen (menos de un punto) y sin embargo aceptó inmediatamente el resultado sin pedir conteo alguno, Capriles llamó a sus seguidores a una orgía de violencia y sangre. No hay más que decir.

 

En Buenos Aires, mientras tanto, la marcha opositora del jueves 18 de abril, ganaba las calles de la ciudad sin otro propósito que la oposición por la oposición misma, sin propuestas, llena de insultos, odio de clase y en algunos casos violencia contra las personas (periodistas) y los bienes públicos (el Congreso, una estatua de Néstor Kirchner).
Al final de la marcha, un contingente se desprendió y partió raudo al Congreso Nacional, cargo contra las rejas y las puertas del Senado, rompió vidrios y quiso forzar la entrada. Mientras tanto, la diputada Elisa Carrió emulando a Capriles (en la marcha había carteles que decían “perdón Lilita”), arengaba desde la plaza a marchar al Congreso e “impedir” la votación de las leyes de reforma del sistema judicial, en otra muestra de desprecio democrático de quienes se dicen “republicanos” (¿de qué república hablarán?). Sonó a viejo, a un gastado recurso de los popes campestres de quienes ya sabemos carecen de amor por una voluntad popular a la que desdeñan, a golpe institucional apoyado por los viejos medios de (in)comunicación. Hasta el paquete diario La Nación, viendo las barbaridades que decía Carrió, trató de suavizarlas titulando que la marcha pedida por la diputada de la espada y la cruz era una “vigilia pacífica”, pero las cartas ya estaban echadas. El posterior fracaso de dicha manifestación hablaría a las claras del rechazo que obtuvieron sus palabras.


La semejanza del modus operandi de las oposiciones de Argentina y Venezuela (y en general de la mayoría de las derechas del continente) salta a la vista.
En ambos casos se habla de “diálogo” para justificar imposiciones cargadas de odio. ¿Qué es para ellos el diálogo? ¿Qué el gobierno claudique en sus convicciones y sus actos? ¿Qué traicione la voluntad del 54% de la población que pidió “otra cosa” que la que los opositores desean para el país? ¿Qué haga como Menem que aceptó que mintió porque si decía lo que iba a hacer no lo votaba nadie? El gobierno, por otra parte, ya aceptó por medio del diálogo cambiar dos artículos sobre las cautelares a pedido de varias organizaciones sociales y otro tanto por pedido de la justicia a través de una gestión de la Corte Suprema. Hasta se avino a negociar las leyes con el bloque radical, quien finalmente prefirió, junto al resto de la oposición, armar un circo mediático, tal como es su costumbre.
También como en Venezuela la acción opositora se apoya en los medios de comunicación hegemónicos, cuyos inconfesables intereses se han visto perjudicados por los gobiernos de corte popular. Y son así aliados de la infamia, la mentira como método político y los negociados de los propios medios. Acá son los Noble, los Mitre y el resto atrás. Allá se encolumnan tras los pasos de los Cisneros.
En ambos casos no se manifiesta llevando propuestas superadoras, se insulta, se agravia sin miramientos de ningún tipo y se moviliza con fines desestabilizadores reconocidos en las propias pancartas que llevan los manifestantes. Todo para lograr lo que las urnas les negaron una y otra vez.
En ambos casos se habla de “República” y luego se escupe sobre ella menospreciando al Congreso, a las elecciones y a los gobernantes electos por sus pueblos.
En ambos casos, como se vio, solo se critica sin propuestas de ningún tipo. Se trata de bajar leyes que molestan, de seguir con privilegios extemporáneos a una sociedad igualitaria y justa. Son como los cacahuates que viene sin maní adentro. Pura cáscara. No tienen substancia, no tienen “política” más allá que la del aprete.  Hablan de juntar gente para “voltear” gobiernos elegidos y forman parte (dándose cuenta o no) de la más rancia derecha golpista. No todos, pero sí muchos de ellos, mientras el resto se debate entre el antiperonismo o el antichavismo, según la latitud, fundamentado sobre todas las cosas en una pretendida pertenencia de clase muchas de las veces prestada por un rato por los poderosos que digitan todo. Terminan siendo útiles a las clases dominantes que no dudarían un segundo en llevarlos al infierno (ya lo hicieron, ¿se acuerdan?) por un poco más de guita y poder.  Son parte de una “desesperación”  política que nos puede mostrar (muchos gurúes y medios trabajan para eso, pues de ello se valieron para alcanzar su posición) una cara que no creo que quisiéramos ver. La de la violencia de una turba linchadora. Se supone que no deberían transitar ese camino los autoproclamados “republicanos” y ningún político debería andar ese camino para luego desentenderse de las consecuencias.



IMÁGENES DEL 18A

La mayoría de los presentes en la marcha del jueves 18 tienen puntos en común: tiene un trabajo con un ingreso digno (o no trabaja como en el caso de muchos rentistas que protestan); creen que por su educación están por encima del resto de la población; se dicen democráticos pero no aceptan ni la disidencia ni al gobierno electo por la mayoría de sus compatriotas hace solo poco más de un año, acto que los empapa de autoritarismo; hablan de República y detestan al Estado por involucrarse en sus vidas, lo quieren afuera porque les conviene la ley del más fuerte, que son ellos; y lo peor, casi sin querer (o no), se alían a los tipos que hicieron que la Argentina pasase de ser un país próspero a un verdadero infierno sin escalas. Otros reivindican una dictadura sangrienta y delincuencial, otros claman medidas que se acercan peligrosamente al voto calificado, y la gran mayoría putea por deporte, sin entender porque, solo por seguidismo, convirtiéndose en los tentáculos de ese Kraken monstruoso formado por medios dominantes y agoreros económicos que representan al poder oligárquico.
Quieren mantener privilegios y volver al país para unos pocos. El país para ellos y los que le sirven circunstancialmente. El resto se arregla con más policía, más bala, más muros que dividen… más islas.
Para explicar todo esto de manera irrefutable, solo escuchémoslos (1):
DESINFORMACIÓN: “… nadie tiene tarjeta SUBE. ¿Para qué? Yo no viajo en colectivo, la inseguridad es tremenda. ¿Cómo se te ocurre?”.
ODIO DE CLASE: “mis padres fueron perseguidos por Perón, y ahora yo perseguida por esta yegua...”.
INDIVIDUALISMO: “… no tengo libertad de poder viajar, de elegir, de comprar dólares…”.
INOCENCIA (por no decir estupidez): “La verdad se tendría que ir (habla de De Narváez, allí presente), pero bueno, él también tiene derecho (a estar), es un ciudadano, y lo mejor es que no viene de la política, no la necesita para hacerse rico y eso es una garantía”.
ODIO (una pobre persona): “… morite yegua de mierda, ándate con el tuerto y dejanos gobernar”.
IGNORANCIA POLÍTICA: “La verdad que no me acuerdo a quién voté y no sé a quién voy a votar”.
MEDALLA DE PLATA: “Nadie te defiende del Estado, te cuentan hasta la última moneda y te obligan a pagar impuestos para que los negros que los votan se lo gasten en vino y vaya saber qué otra cosa peor…”.
Pero LAS PALMAS se las llevó Ana, 67 años, “devota católica” según ella, quien dice que está comprometida con la marcha “no por mí, sino por ella”, y señala a su empleada doméstica. Y sigue diciendo que “yo puedo vivir bien, pero ella no. Y los que tenemos más tenemos que pedir por los que más necesitan”. Cuando se le pregunta su pensamiento a la empleada no contesta, hace solo un gesto con su mano sobre la boca, en señal de que opinar no está entre sus quehaceres, y, sin decir palabra, toma del brazo a la “patrona”, guarda la campanita de bronce en el delantal (“recuerdo de familia” había dicho Ana) y empieza a desandar camino por la Avenida Santa Fe.
(     
      (1)    Fuentes: Diario Página 12, La Opinión, Tiempo Argentino,  chat de Yahoo.



Otro punto de la manifestación es la multiplicidad de pancartas no en la búsqueda de propuestas alternativas de las que generan la protesta, sino en querer poner énfasis en la “originalidad” del portador. Es como un concurso de carteles para ver quién va más lejos en el agravio. Veamos: “Konchuda, préstame dólares”, “Kretina, bajate del poni”, “Agonía K, rigor mortis post mortum” (????), “Clarín, dejanos oír tu voz” (¡Dios mío! Como si ya no lo hubieran hecho sonar bastante tiempo), “Kretina, devolveme los dólares y la libertad” (curiosa apreciación de la libertad, ¿no?), “No al saqueo de las retenciones” (toda una declaración de principios), “Kretina, dejá la justicia como está” (otra declaración de principios, no sea cosa de perder privilegios), “Estoy sola contra el Estado” (yo, yo y yo).

Tanto en la palabra proclamada como en las imágenes que ilustran la protesta se nos descubre una multitud más preocupada por el “yo” que por el “nosotros”, reflejo de una clase media que mira al país desde la individualidad. El “pueblo” del que se apropian está al servicio de los intereses personales o no les sirve. Si les afecta, aunque más no sea mínimamente y en beneficio de las mayorías, no están dispuestos, no les interesa, no les sirve. No hay propuestas superadoras sobre la comunidad. La interacción con el resto pasa por considerarlos “pares” en la búsqueda de “su” bienestar individual. Es una sociedad sumamente egoísta, que reniega de la política como un elemento superador en lo social. Tampoco le importa, tampoco le sirve.
Ese abuso de la primera persona en los reclamos es el lugar común en la oralidad y la imagen de la marcha, una marcha que grita sobre una clase social que teme perder sus privilegios. No quieren otra justicia porque se sirven de esta (o creen poder hacerlo). Quieren ir al extranjero, o comprar dólares sin importar si hay consecuencias para los demás. Su ignorancia supina en el mejor de los casos (el egoísmo absoluto en el peor) los exime de saber que por ese camino va a perder la sociedad. Deberían saberlo pues muchos lo sufrieron antes, mientras otros lo saben y también saben que ganaron en el pasado a costillas del resto. En el caso de muchos, su ciego individualismo es el combustible que da vida a la hoguera que los medios mantienen viva para beneficio propio, sin darse cuenta que al final el combustible se consume, muchos se han quemado, y el más favorecido es el que hizo la fogata.
Como en otro tiempo los militares, ellos son los “forros útiles” del poder económico. A Clarín, o La Nación, o a Fontevecchia, no les interesa un cuerno su vida, como les dicen día a día. Para estos tipos solo son útiles al “negocio” y no dudarían un segundo en tirarlos al fuego de ser necesario. Ya lo hicieron mil veces. ¿No se acuerdan que aplaudieron, pesificación mediante, la rebaja de sueldos y jubilaciones? Ganaron millones con eso. ¿Se olvidaron que lo firmó la “piba” Bullrich qué ahora marcha con ustedes? ¿Se olvidaron que Clarín se afanó 500 millones con un simple pase bursátil en connivencia con las AFJP, de la qué ahora llaman “plata de los jubilados”? ¿No recuerdan que La Nación se opone a pagar 280 millones de pesos que adeuda al fisco, protegidos por una cautelar desde hace 10 años? ¿No miran que el Lanata que endiosan llegó a Clarín después de denunciarlo por años y luego de cerrar dos empresas donde dejo a cientos de laburantes en pampa y la vía? ¿Qué acepto ser socio del ladrón de Antonio Mata, el vaciador de Aerolíneas, solo porque era “el que tenía la plata”? ¿Eso defienden? La verdad, me es imposible entenderlos.



En cuanto a la oposición, todos, menos Macri que temió a los insultos, acompañaron en silencio la marcha, a sabiendas que a muchos de los que fueron no los representan en absoluto. Solo hicieron acto de presencia encolumnados detrás de los postulados del “grupo” y en defensa de sus verdaderos jefes.
Se saben perdedores porque conocen que nadie en su sano juicio puede seguir a un grupo unido por el espanto al cual no se le cae una idea. Hasta podría aventurar que muchas de las personas que fueron al 18A, interiormente saben que si el gobierno cae como piden estos tipos no sabrían que hacer con el país más allá que lo que le ordenen los grupos de poder. Y de eso se trata. Están los que lo saben y les conviene, y están los otros, que no tienen ni idea que se cavan su propio foso.
Y eso sería volver al infierno, y la verdad, somos muchos más que ustedes los que no queremos quemarnos.

N. de la R: Como bonus track veamos la actitud democrática de los caceroleros en el video que se ve a continuacion (uno de los tantos sobre los desbordes violentos sobre personas, periodistas y bienes públicos).


sábado, 27 de abril de 2013

Me Filmo, me grabo… o no existo.


Salta a la vista a cualquier persona de mi generación (tengo 47 años) que día a día dejamos de ver a películas de ciencia ficción como (esa donde las máquinas toman el control del mundo, y por ende, de nuestras vidas) como algo muy lejano. La tecnología avanza y cada vez “el mercado” se ocupa de hacernos olvidar que muchos de los aparatos que hoy nos resultan imprescindibles, no existían durante la mayor parte de nuestras vidas y no éramos más infelices por ello.

Ver situaciones como la postal que enviábamos a nuestro padres en vacaciones y donde les expresábamos nuestras vivencias, sensaciones y afectos, es ahora reemplazada por nuestros hijos con un mensaje de texto del tipo “la estoy pasando bien, besos”, que transmite la misma sensación que derretir un cubito de hielo metiéndonoslo en el culo.

Hasta la gente mayor a nosotros no quiere quedarse tirada en el camino tecnológico (lo cual es loable, pero por ello no deja de ser un poco estúpido en algunos casos) y se esfuerza para mandar un “¿cómo andas?” o un “llamame” no exento de dificultades para poder embocar minúsculas, sortear un asterisco en vez de una letra, o rendirse ante la dificultad de escribir un número de teléfono que nos llega como “47U689IT”.

Pero mi asombro llegó al límite a partir de concurrir a un recital donde los veteranos como yo se mezclaban con jóvenes de veintipico o púberes de diecitantos.

Un recital de una banda extranjera es algo que siempre produce sensaciones únicas. A la excepcionalidad de las presentaciones, se le agrega una dosis de espectacularidad escenográfica y ambiental, que la hacen un momento inolvidable de goce inusual. Con asombro me percate, que muchos de los jóvenes presentes, pasaban experiencia filmándose, sacándose fotos solos o con sus amigos, sin prestar mayor atención a un acontecimiento quizás irrepetible en sus vidas. Me pareció triste (para ellos, obviamente) que no pudieran llevar a cabo una sensación que a mí me parecía básica y que es la de “disfrutar el momento”, hasta que entendí que para su mundo tecnificado era algo muy difícil de entender.

El show, como tantos otros donde se presentan grandes artistas, era un lugar para estar, para disfrutar y dejarse llevar por esa hermosa sensación de ocio creativo, no para presumir con los amigos o compañeros filmando, o peor aún, haciéndoles sentir envidia mandándoles una fotito por chat para mostrarles “lo que se pierden” sin darse cuenta que el privilegio de su estadía estaba siendo tirado a la basura.

Era la mediatización de la experiencia sensorial. Ya no sentimos sino solo a través de estos objetos sin sentimientos. La “cuestión” parece ir por “registrar” el momento en vez de “vivirlo”. Y a raíz de este acontecimiento me percate que pasa en un cine, una cancha de futbol, una playa en vacaciones, o quizás un telo con una novia o una ocasional compañía.

Todo debe ser registrado. O peor aún, ventilado en la red. Ya la vida no es nuestra, es de Google, Facebook, Twitter, o quien carajo sea la próxima empresa que invente un mínimo cambio social. Ya no disfrutamos. Solamente le mostramos a los demás lo que hacemos. Y eso hace que me lleguen a la mente cientos de imágenes nítidas o algo borrosas, algunas que no llego a entender del todo, algunas llenas de alegría y otras ruidosas y confusas, y recuerdo nombres sin caras, una plaza, una playa, comidas con amigos, o hermosas y trascendentes charlas que nunca acaban. O un “papá” que no se distinguía del todo bien y podía haber sido “caca” pero para mí fue “papá” ¨y punto. Solo la idea de que en el momento de ese primer papá en vez de escucharlo, saborearlo, sentir esa dicha inigualable, ese momento único, irrepetible e inolvidable, me hubiera preocupado en filmarlo o grabarlo mientras en vivo y en directo la historia me pasaba por las narices, me produce un sentimiento de pena infinita.

¿Vale la pena perder el “sentir el momento”, el “vivirlo”? ¿No es un poco boludo registrarlo para mostrarlo en youtube a un montón de desconocidos o después a los amigos para que digan “que capo, chabón”, mientras las sensaciones pasan por mis narices sin que yo pueda siquiera sentirlas un poquito? ¿Habrá un día donde al recital vayamos con un casco que registra todo así después lo podamos ver? ¿Se va a brindar de la misma forma el artista al ver un montón de manos alzadas “registrando” sin darle mayor pelota a lo que intenta transmitirnos? ¿O saldrá también él con un casco que nos grabe a nosotros para ver como respondimos a su espectáculo? ¿O en vez de como ahora jodiendo pedimos un faso o una botella de whisky importado para acompañarnos al cajón por si despertamos así por lo menos disfrutamos de esa segunda muerte, tengamos que poner una cámara para filmarla así sería trending topic en twitter? 


Me pregunto, cuándo es el "otro momento" en que “disfrutemos” nuestra acción tecnológica. Si exactamente "el momento" es el que nos estamos perdiendo tocando teclitas y prestando atención a otra cosa.

No pretendo culpar a un celular o una Blackberry de las falencias humanas, ya que se que son anteriores a cualquier invento tecnológico. La necesidad imperiosa de mostrarles a los demás quienes somos (es más, yo lo estoy haciendo ahora mismo) existe desde los comienzos mismos de la humanidad. Párense en la puerta de salida de un museo de arte y escucharán los comentarios de la gente que sale dando su importante parecer a los otros. Como si al artista o a alguien eso le valiera de algo. Pero no exageremos.

El tiempo se nos evapora entre la televisión, la computadora, los teléfonos celulares y otros aparatejos que se chupan la vida, y el poco que nos queda lo usamos contándole a los demás lo importante que es nuestra existencia.

Así de fácil se nos va ese tiempo real, de aquí y ahora.

Arribará el momento que en las redes de casas de electrodomésticos nos tratarán de vender "la novedad", ese aparato de última generación que todos querrán comprar, se llamará "El tiempo" y les aseguro que ese sí costará muy caro... y no creo que nos acepten nuestras pedorras filmaciones (o fotos) como parte de pago.

viernes, 19 de abril de 2013

P.J.N.: NOBLEZA OBLIGA.


Al principio, no había hombre por nacimiento mejor que los demás, pues todos descendían de un mismo padre y madre. Pero cuando la envidia y la codicia se apoderaron del mundo y el poder se impuso sobre el derecho, ciertos hombres fueron señalados como garantizadores y defensores de los pobres y los humildes.
Lanzarote del Lago, libro del ciclo de la Vulgata.

A la corporación judicial (y a la oposición que en masa apoya cualquier cosa por el simple pero ya precario concepto de oponerse) le causa pavor que un juez esté en campaña electoral buscando el apoyo de la plebe. Y les resulta escandaloso que un abogado pueda ser electo por esta misma chusma. No son del palo, no saben, no son capaces, no forman parte de la "familia".
¿Cómo se puede permitir que alguien, más aún un simple ciudadano, los baje de su pedestal de mármol, que tengan que presentar declaraciones juradas, que rindan cuentas de sus actos a alguien por fuera de la "familia"?
La visión del juez que defeca bronce y del abogado esculpido en mármol de Carrara, ambos conviviendo con "sus" propias normas, hasta su propio idioma, por fuera del resto de la sociedad, los acostumbró a verse varios escalones sobre ella. Y por eso, para evitar perder esta gracia casi divina, la hicieron inaccesible para los mortales de a pié. Somos gente arropada por un Poder Judicial que actúa como un club privado exclusivo, donde los socios que deseen ingresar solo serán admitidos si vienen recomendados por ellos mismos. Una especie de Jockey Club estatal.
Esta cultura pétrea tiene su origen en la creación misma del Estado Argentino, e incluso fue legada a él en cuanto a los privilegios por el sistema virreinal y monárquico. Incluso aún hoy se mantienen retazos de esos días, hecho confirmado fácilmente con solo pensar en ellos como "sus señorías", un título monárquico del que no goza desde hace mucho ningún otro funcionario de cualquiera de los otros dos poderes del Estado.
Todo esto les garantiza prosperidad, posición social y una catarata de beneficios de los que no gozan los ciudadanos a los que supuestamente dicen representar. No tiene control más allá del que estipulen ellos mismos, no pagan los impuestos que sí paga el resto de la gente, tienen sus altos cargos garantizados (salvo contadas excepciones) de por vida. El sueño del pibe, bah. 

Aún así, los gritos neuróticos de sus señorías tendrían alguna base medianamente razonable si no se tratara de una corporación influenciada no solo por la política, sino -y principalmente- por el poder económico. El lobby constante sobre jueces y empleados judiciales es una constante en el mundo de los negocios (recordemos la truchada en el sorteo de los jueces del caso Clarín o los jueces jubilados que, en la misma causa, asumían con el único fin de beneficiar al multimedio retrasando lo más posible la definición el juicio). El "hacete amigo del juez" que tan sabiamente describió Hernández en el Martín Fierro pegó fuerte en estas pampas y es una realidad cotidiana para todo argentino.
Además, de los tres poderes del Estado establecidos por la Constitución, el Judicial es el único donde los ciudadanos no tienen incidencia ni en su conformación, y menos aún, en su funcionamiento.
En los otros dos casos (Legislativo y Ejecutivo) sus representantes son elegidos a través del sufragio popular y la Constitución les permite desde organizar consultas populares hasta (en ocasiones de excepción) revelarse y hasta levantarse en armas si no cumplen las funciones que la propia Constitución y el pueblo les delegan.
Pero la "familia judicial" no quiere perder ni este ni ninguno de sus privilegios (incluyendo el manejo de una suculenta "caja" que se oponen férreamente que sea manejada por el Consejo de la Magistratura como ordena la Constitución). Parte de los afectados por estos proyectos -lease Colegio de Abogados, asociaciones diversas de jueces y juristas, ONG prendidas en la torta judicial y hasta el propio sindicato- en asociación con una oposición torpe, sin propuestas propias, sin un norte que los guíe más allá de acurrucarse en la sombra protectora de los monopolios mediáticos y los más rancios grupos de poder económico, se oponen con fiereza a estas propuestas -que seguramente son perfectibles, lo cual sería más constructivo de ver- sin presentar alternativa alguna más allá de vociferar a los gritos un apego a la Constitución que ya nadie en su sano juicio puede creer.
Para ellos -por ejemplo- es más democrática una elección donde votan 15 o 20000 personas (abogados) con intereses personales, que una donde voten los 40 millones de argentinos. No. Los descalifican, los desacreditan, los degradan a solo a observar y acatar, casi que piden a los gritos la vuelta del voto calificado. Rechazan todo atisbo de política a pesar de provenir de sus entrañas. Cosa -esto último- que no hacen los judiciales, que se preparan en su mayoría (salvo honrosas excepciones), atrincherados en absoluta unidad.
Alejandro Fargori, uno de los miembros del Consejo de la Magistratura, llegó a su cargo producto de la unión de dos listas opositoras al gobierno nacional (una históricamente conservadora y la otra que responde a Ricardo Gil Lavedra). Y apenas asumió a su cargo, se afilió al PRO.
¿Cómo entonces Fargori puede pretender que su posición política tiene más valor que la de millones de argentinos?


La tan meneada corrupción

La realidad y el sentido común nos muestran que el judicial es, en líneas generales, un poder corrompido que defiende los intereses corporativos de las grandes empresas, opuestos justamente a los de las mayorías y a la misma democracia. Históricamente, siempre fueron los grupos económicos más concentrados los que avalaron los regímenes de facto o de dudosa legitimidad, obviamente por el fin de lucro y poder, al fin, sus únicas preocupaciones. Y el poder judicial argentino siempre fue parte de ello, dándole a estos gobiernos una pátina de legitimidad, que, aunque pobre institucionalmente, suficiente para las empresas y sus socios fronteras afuera. Y sus señorías nos mostraron con estas actitudes (siempre salvo honrosas excepciones) que les importa un bledo la sociedad a la que supuestamente deberían servir y, más aún, lo que esta piense sobre ellos. Total, son intocables y en sus castillos los murmullos casi no llegan.
En una nota que escribió para Página 12 el juez federal (ya jubilado) Mario Gustavo Costa, cuenta que, en 1988, siendo consejero por la minoría de la Asociación de Magistrados de la Justicia Nacional, propuso realizar una encuesta -que debía ser encargada a consultores externos sin vínculos con el Pjn- para saber que pensaban los ciudadanos del Poder Judicial y como evaluaban sus relaciones con él mismo. La propuesta -como era de esperar- fue rechazada sin más trámite. Un rechazo que defiende la invisibilidad judicial, su secretismo histórico. Un rechazo que muestra la intención de facilitar un accionar de imparcialidad solo aparente, la idea de una justicia técnica, o mejor decir, "boba".
No hace ser muy informado para ver como viven muchos jueces o ex jueces, teniendo un sueldo que a pesar de ser mejor que el del común de la gente, no alcanza ni por aproximación a darle sustento a un estilo de vida lujoso y ostentoso. Pisos en las mejores zonas de la ciudad o casas en countries, autos, ropa exclusiva, excentricidades como el famoso anillo de Oyarbide o el vestidor de Trovatto son escupidos en la cara de ciudadanos que luchan día a día para vivir dignamente. Siempre son "regalos" -a mi nunca me toco un obsequio de ese calibre, debo tener mala suerte- o herencias de parientes que en vida parecían casi insolventes pero lograban ahorrar 800 o 900 mil dólares para la casita de los sueños -a los muertos total no se los juzga-. Y no tengo memoria de alguno que haya ido en cana por estas cuestiones.
Es por esto que también le molesta la injerencia del Estado (del cual parecen no creerse parte) no ya en el teme del Consejo de la Magistratura, sino en el proyecto para el nombramiento de sus colaboradores. Se indignan de un futuro donde no puedan seguir la herencia y nombrar a miembros de la "familia", rechazando pasar a un régimen donde los nombramientos sean por mejor puntaje y posterior sorteo (a través de Lotería Nacional y público para asegurar transparencia). Un método para que ingresen los más capacitados, sin trampas y de cara a la sociedad. Ellos siguen con la cantinela de que "nadie mejor que un juez para elegir a sus colaboradores". Es el sabio dedo que siempre señala a familiares, amigos, o peor aún, ahijados con padrinos influyentes y poderosos.
Y también les molestan -que horror- las declaraciones juradas obligatorias y públicas, que los desnudan a los ojos de la sociedad. Hasta hay jueces "independientes" que dijeron que esto sería "desconfiar de los jueces y estos están por encima de toda sospecha"(sic).
Por todo lo dicho, basta de privilegios, de ventanas cerradas a la gente de a pié, de sanata. Avancemos a una justicia para "todos" y no solo para los que pueden "pagarla". El otro día leí que Dante Panzeri dijo que "al futbol le faltaban wines, dirigentes y decencia". A esta altura, me parece que a la justicia argentina también.

jueves, 18 de abril de 2013

18A O EL GLAMOUR DE LA BARBARIE

Visto que a través de mi experiencia en las redes sociales veo que los argentinos que detestan al gobierno defienden su postura política a través del insulto, la descalificación, la denuncia vacía de contenido, el seguidismo de (pseuso)periodistas (?) que a todas luces tienen un amo más que a la vista, les sugiero que ante la inminencia de la marcha acepten estos humildes consejos:

  1. Ir vestido de manera elegante. En caso de llevar consignas, nada de remeras mal estampadas porque no es fashion. Mejor escribirlas en la ultrabook y bajarlas a papel satinado de no menos de 150 grs.
  2. No confies en la comida que te venden en la plaza. Seguro que el que vende choris, hamburguesas o bondiolitas es kirchnerista y te va a querer envenenar ya que es un negro resentido. Encarga sushi y que te lo lleve en un tuper térmico la muchacha que, obvio, va con vos.
  3. En base al punto 2, fijate que la morocha de mierda de la criada no vaya a pretender zafar de la marcha pidiendo licencia o apelando a la ley que acaba de proclamar el Congreso para las empleadas domésticas y que promulgó la yegua (cuando no sacándonos la plata para dársela a estas gronchas que después se la dan al chongo para gastarla en vino o paco). Si quiere leyes laborales que se vaya a Noruega o a Cuba la muy turra. Se queda y viene que tiene que darle a la cacerola mientras yo saludo a las vecinas del piso de abajo o del country.
  4. Por las dudas llevá también a algún patovica del gimnasio. Te va a salir unos mangos, pero te va a resultar útil por si hay algún notero de 678, de Página 12, del 9 o alguno de los mediuchos que apoyan a Cristi... perdón, la yegua.
  5. Si no querés gastar en el patova, si ves algún periodista empeza a putearlo con todas tus ganas y agita al grito de ladrón, sorete o algo parecido, que algún colaborador del Momo Venegas seguro va en tu ayuda y lo caga a trompadas.
  6. Si pasa el de TN acercate y repetí todas las boludeces que te enseñaron en los últimos años. El tipo va a ver que hiciste tu tarea y seguro salís en la tele. Acordate de hablar mezclando palabras como sorry, viste, obvio, y pronuncia bien las "y" alargándolas lo más que puedas.
  7. Muy importante. La cecerola tiene que ser anti adherente, en lo posible Essen y nueva. No sea cosa que parezcas uno de los salames confundidos que no tienen donde caerse muertos pero piensan (?) como vos para sentirse más cerca de tu privilegiada condición social.
  8. Para ir hasta la plaza, nada de transportes públicos. Llevá la 4x4 así de paso vas rompiendo las bolas tocando bocina y, si no querés llevarla, andá en Metrobús aunque tengas que caminar 30 cuadras, pero que es PRO.
  9. Putea, putea y putea todo lo que puedas. Para que no tengas problema te acercamos una línea de apodos discriminatorios y denigrantes para la protesta: Yegua, puta, reventada, grasa, kchorra, kretina, ladrona HDP , o cualquier otra que seguro viste en las redes sociales que solo se dedican a estas taradeces sin argumento político alguno. Podes putear a cualquier funcionario o familiar del mismo sin ruborizarte que está todo OK. Si se acerca la tele, puteá mas fuerte, total, si quedás afónica, con un fin de semana en Cariló o Punta cura todo.
  10. Abajo te acerco un diseño para colgar en las redes sociales convocando a la gente de bien para echar a patadas a estos soretes. Vos sabés que democracia es el gobierno que te conviene a vos, que no jodan.
  11. Ah... y lo más importante, si al volver a casa después de este maravilloso acto de civismo popular se te da por meterte debajo de las ruedas del 60 te felicito, nos hacés un favor enorme a los argentinos que queremos un pais mejor y PARA TODOS.



martes, 16 de abril de 2013

miércoles, 10 de abril de 2013

Las 10 Estrategias de Manipulación Mediática

Por NOAM CHOMSKY


1. La estrategia de la distracción. El elemento primordial del control social es la estrategia de la distracción que consiste en desviar la atención del público de los problemas importantes y de los cambios decididos por las élites políticas y económicas, mediante la técnica del diluvio o inundación de continuas distracciones y de informaciones insignificantes. La estrategia de la distracción es igualmente indispensable para impedir al público interesarse por los conocimientos esenciales, en el área de la ciencia, la economía, la psicología, la neurobiología y la cibernética. ”Mantener la Atención del público distraída, lejos de los verdaderos problemas sociales, cautivada por temas sin importancia real. Mantener al público ocupado, ocupado, ocupado, sin ningún tiempo para pensar; de vuelta a granja como los otros animales (cita del texto ‘Armas silenciosas para guerras tranquilas)”.

2. Crear problemas y después ofrecer soluciones. Este método también es llamado “problema-reacción-solución”. Se crea un problema, una “situación” prevista para causar cierta reacción en el público, a fin de que éste sea el mandante de las medidas que se desea hacer aceptar. Por ejemplo: dejar que se desenvuelva o se intensifique la violencia urbana, u organizar atentados sangrientos, a fin de que el público sea el demandante de leyes de seguridad y políticas en perjuicio de la libertad. O también: crear una crisis económica para hacer aceptar como un mal necesario el retroceso de los derechos sociales y el desmantelamiento de los servicios públicos.

3. La estrategia de la gradualidad. Para hacer que se acepte una medida inaceptable, basta aplicarla gradualmente, a cuentagotas, por años consecutivos. Es de esa manera que condiciones socioeconómicas radicalmente nuevas (neoliberalismo) fueron impuestas durante las décadas de 1980 y 1990: Estado mínimo, privatizaciones, precariedad, flexibilidad, desempleo en masa, salarios que ya no aseguran ingresos decentes, tantos cambios que hubieran provocado una revolución si hubiesen sido aplicadas de una sola vez.

4. La estrategia de diferir. Otra manera de hacer aceptar una decisión impopular es la de presentarla como “dolorosa y necesaria”, obteniendo la aceptación pública, en el momento, para una aplicación futura. Es más fácil aceptar un sacrificio futuro que un sacrificio inmediato. Primero, porque el esfuerzo no es empleado inmediatamente. Luego, porque el público, la masa, tiene siempre la tendencia a esperar ingenuamente que “todo irá mejorar mañana” y que el sacrificio exigido podrá ser evitado. Esto da más tiempo al público para acostumbrarse a la idea del cambio y de aceptarla con resignación cuando llegue el momento.

5. Dirigirse al público como criaturas de poca edad. La mayoría de la publicidad dirigida al gran público utiliza discurso, argumentos, personajes y entonación particularmente infantiles, muchas veces próximos a la debilidad, como si el espectador fuese una criatura de poca edad o un deficiente mental. Cuanto más se intente buscar engañar al espectador, más se tiende a adoptar un tono infantilizante. Por qué? “Si uno se dirige a una persona como si ella tuviese la edad de 12 años o menos, entonces, en razón de la sugestionabilidad, ella tenderá, con cierta probabilidad, a una respuesta o reacción también desprovista de un sentido crítico como la de una persona de 12 años o menos de edad (ver “Armas silenciosas para guerras tranquilas”)”.

6. Utilizar el aspecto emocional mucho más que la reflexión. Hacer uso del aspecto emocional es una técnica clásica para causar un corto circuito en el análisis racional, y finalmente al sentido critico de los individuos. Por otra parte, la utilización del registro emocional permite abrir la puerta de acceso al inconsciente para implantar o injertar ideas, deseos, miedos y temores, compulsiones, o inducir comportamientos…

7. Mantener al público en la ignorancia y la mediocridad. Hacer que el público sea incapaz de comprender las tecnologías y los métodos utilizados para su control y su esclavitud. “La calidad de la educación dada a las clases sociales inferiores debe ser la más pobre y mediocre posible, de forma que la distancia de la ignorancia que planea entre las clases inferiores y las clases sociales superiores sea y permanezca imposibles de alcanzar para las clases inferiores (ver ‘Armas silenciosas para guerras tranquilas)”.

8. Estimular al público a ser complaciente con la mediocridad. Promover al público a creer que es moda el hecho de ser estúpido, vulgar e inculto…

9. Reforzar la auto culpabilidad. Hacer creer al individuo que es solamente él el culpable por su propia desgracia, por causa de la insuficiencia de su inteligencia, de sus capacidades, o de sus esfuerzos. Así, en lugar de rebelarse contra el sistema económico, el individuo se auto desvalida y se culpa, lo que genera un estado depresivo, uno de cuyos efectos es la inhibición de su acción. Y, sin acción, no hay revolución!

10. Conocer a los individuos mejor de lo que ellos mismos se conocen. En el transcurso de los últimos 50 años, los avances acelerados de la ciencia han generado una creciente brecha entre los conocimientos del público y aquellos poseídos y utilizados por las élites dominantes. Gracias a la biología, la neurobiología y la psicología aplicada, el "sistema" ha disfrutado de un conocimiento avanzado del ser humano, tanto de forma física como psicológica. El sistema ha conseguido conocer mejor al individuo común de lo que él se conoce a sí mismo. Esto significa que, en la mayoría de los casos, el sistema ejerce un control mayor y un gran poder sobre los individuos, mayor que el de los individuos sobre sí mismos.

Buenos Aires: la reina del agua



Las últimas inundaciones en la ciudad de Buenos Aires, dejaron además de una lamentable cantidad de pérdidas humanas, mucha tela para cortar con el fin de establecer motivos y responsabilidades de este desastre.
Nadie puede dejar pasar que 150 mm de lluvias en cualquier ciudad de llanura como la nuestra es un registro que, a prima facie, invita a tener problemas de desbordes de agua. Pero de ninguna manera una ciudad como la de Buenos Aires, puede, por múltiples motivos (recursos humanos y tributarios excepcionales, poder político y económico superlativo, y la mejor infraestructura a mano que puede aportar nuestro país) , inundarse de la manera a la que ya estamos acostumbrándonos los porteños.
Escuchar al intendente y su vice hablar de que la lluvia era “imprevisible” y que fue “excepcional, ya que desde 1906 no ocurría algo así” suena a sanata para deslindar responsabilidades. Victimizarse echándole la culpa al gobierno nacional ya es, a esta altura, aburrido y poco marquetinero.
Para diferenciar lo ocurrido aquí con la inundación en la provincia de Buenos Aires (lo cual no quita responsabilidades al gobierno provincial, que también las tiene), digamos que la ciudad cuenta con muchísimos más recursos que los provinciales, amén de contar con una población con muchísimo más poder adquisitivo, lo que redunda sin lugar a dudas en mejor y mayor infraestructura para enfrentar estas catástrofes, y, en caso de no poder ser controladas, dichos recursos deberían poder satisfacer mucho mejor la capacidad de respuesta de su gobierno para paliar la situación.
Hablar de excepcionalidad es tratarnos de estúpidos desmemoriados (aunque a esta altura habría que admitir que la televisión y los medios lograron que ciertas franjas de la población lo sean). ¿Acaso ya nadie recuerda que hace exactamente un año (el 4 de abril de 2012) un temporal similar de lluvia y granizo causó inundaciones, destrozos y la penosa muerte de cinco porteños? ¿Tan rápido nos podemos olvidar de ese detalle como para no indignarnos al escuchar a toda la cúpula del intendente hablar de 1906 como si las inundaciones que año a año les pasan por las narices con víctimas humanas y daños materiales nunca hubieran existido? ¿Hasta cuándo año a año vamos a escuchar el verso de la excepcionalidad?
Hablar de imprevisibilidad (como nos dijo una Vidal aterrorizada y sola sin plan alguno ante la marea vacacional de todo el gabinete PRO incluyendo al intendente) es sencillamente una forma pobre de esconder la basura propia bajo la alfombra para que no salga a la luz la verdadera cara de un gobierno hecho de marketing y rubor en las mejillas, sin ninguna sustancia política y de gestión.
Las tres obras que hubieran paliado sustancialmente la situación (en los arroyos Vega y Medrano para el caso de Belgrano, y el de Erezcano-Ochoa para el de Pompeya) estaban paralizadas. Y no tiene nada que ver las explicaciones de falta de financiación ya que la ciudad tiene recursos más que suficientes (más aun habiendo aumentado el ABL un 300% en dos años) para su ejecución. Macri, en su plataforma en 2007, afirmaba ante cuanta cámara de TV o micrófono le pusieran delante, que en menos de un año esas obras deberían estar hechas y que era prioridad de su gestión en caso de ser elegido. Lo fue, y también reelegido, y luego de más de cinco años sigue sin siquiera empezar a realizarlas.
Otro punto importante para observar es la importancia que el gobierno de Macri asigna a estos temas. Y no hay mejor forma que mirarlo a través del presupuesto, que dicho sea de paso, es el túnel del tiempo que nos muestra tanto las verdaderas intenciones y prioridades de los gobernantes, y una vez pasado el ejercicio y a través de su ejecución, la verdadera cara de su gestión. Y en ambos casos, el gobierno del ingeniero sale mal parado.
De los fondos asignados en 2011 para infraestructura de la red pluvial el gobierno solo ejecutó el 73%, de los de 2012 (sobre $224 millones) sub ejecutó (o sea no gastó) un 80%, y en el presupuesto de 2013, solo proyectó destinar a estas obras el 10% del año anterior.
En cuanto a los gastos de mantenimiento de la red pluvial ya existente en la ciudad, durante 2012 solo se gastó un 36%, lo que habla a las claras del desastroso estado de la red. Además, quedó a las claras que este supuesto mantenimiento realizado enteramente por empresas privadas (cuando antes lo hacía la ciudad con una división propia que el PRO se encargó de desarticular), jamás fue monitoreado ni controlado por el Gobierno de la Ciudad, siendo para las empresas adjudicadas un negocio redondo donde solo les basta desaparecer del tapete un tiempito ante cada inundación, cosa que el propio Macri y los medios de comunicación se encargan muy bien de hacer.
En definitiva, para nuestro intendente, el marketing es el norte de su política de inversiones. Elije hacer el Metrobús en la 9 de Julio, o arreglar una plaza, o hacer una bicisenda, que realizar una obra enterrada en los sótanos de Buenos Aires donde nadie la ve. Es una obra que no vende. Se puede mostrar un cachito por la tele, pero el ciudadano olvidadizo que él y los medios crearon con suma eficacia, a los pocos días pasa de hoja y no tiene un recordatorio visual que le haga ver esa acción de gobierno. Por lo tanto, no sirve.
La paradoja del buen gobierno es que para controlar la emergencia y el desastre se destinan recursos a acontecimientos que en el corto plazo quizás no ocurran (si ya pasaron, a largo plazo seguramente se van a repetir) con un fin social como manera de mirar un poco más allá de la coyuntura o la conveniencia política. Poner a estos temas en la agenda pública. Y esto es algo que en la ideología y la lógica política de Macri está muy lejos de ocurrir.
La realidad nos mostró que las obras realizadas en el Maldonado; iniciadas por Ibarra, continuadas por Telerman y finalizadas por Macri, fueron efectivas a la hora de reducir considerablemente cuando no anular los riesgos de inundaciones.

Modelo de Ciudad

Otro de los problemas fundamentales para evitar estos sucesos naturales es la correcta planificación en la construcción de la ciudad.


Buenos Aires es una ciudad que históricamente fue desastrosa en este concepto. Imaginen la belleza de una ciudad con una Juan B. Justo inexistente y en su lugar un río que corta la ciudad en dos, con puentes que la atraviesan y espacios verdes en ambas márgenes a cuyas espaldas se genera de inmediato un amplio puerto Madero lleno de locales, mesitas de café en las aceras y zonas de esparcimiento para todos los porteños. Imaginen lo mismo en el Arroyo Vega o el Medrano. O lo distinto que sería Pompeya (o la zona sur en general) si fuese así  el Erezcano o el Ochoa.  Sería un paisaje bellísimo sin necesidad de ir a verlo a París, o a Amsterdam. Pero no, Buenos Aires  ocupó esos espacios naturales con cemento, los “entubó” y se dedicó a hacer negocios particulares creyendo que podía controlar a la naturaleza. Y ese precio lo pagaron las generaciones futuras, o sea nosotros.
Y si insistimos en la construcción de un negocio inmobiliario interminable acorde a los mandatos de la globalización neoliberal (algo a lo que Macri es muy adicto), vamos a volver a sufrir las consecuencias. Si se continúan haciendo torres, shoppings, grandes espacios urbanos en esa Juan B. Justo entubada, en pocos años el Maldonado nos va a volver a pasar la factura y “la mayor obra en la historia hidrológica de la ciudad” va a quedar chica otra vez. Y otra vez va a haber un Macri que responsabilice a “la agresividad de la Naturaleza”.


Y nos va a pasar también si seguimos asfaltando hasta los árboles (que buen negocio, Dios), quitando el empedrado tan bello y tan útil ya que permite que en caso de lluvias el agua tenga donde escurrir. Y si seguimos haciendo plazas PRO de cemento que nos recuerdan las de Cacciatore en vez de los hermosos parques que el genio de Tays nos legó hace más de cien años. Y si seguimos generando polos de pobreza en las márgenes de estos arroyos debido a que no tienen interés inmobiliario justamente por este problema, en vez de hacer una relocalización de estos vecinos a zonas habitables y dejar estos espacios para esparcimiento y escurrimiento de las aguas en caso de desborde.
Y no podemos una y otra vez escudarnos en causas naturales. En una ciudad de llanura templada  como la nuestra no tenemos terremotos, ni huracanes, ni ciclones: tenemos indefectiblemente inundaciones. La historia ya nos lo mostró y el futuro no es más que la repetición de hechos históricos que se nos aparecen con diferentes máscaras que los disfrazan.
¿Cómo puede ser que la ciudad (y lo mismo corre para la Provincia de Buenos Aires) no tenga un mapa hidrológico eficiente? Es un problema de fondo que sale a la luz a través de una sencilla pregunta: “llueve, ¿por dónde se va el agua?” Y hoy no se tiene respuesta, y, para peor, se tapan todas las salidas.
Aprendamos a exigirles a nuestros gobernantes la planificación de nuestra ciudad, y, aún más allá, también a la planificación de planes serios de gestión de riesgos y contingencias ante situaciones de desbordes naturales. Que de una vez por todas dejen de manejar estas situaciones como que se les caen encima.
Planifiquemos nosotros como elegirlos y como exigirles que cumplan nuestro mandato. Planifiquemos Buenos Aires, que es nuestra.

El agua y los medios

El otro punto que me parece interesante destacar es el desempeño patético y bochornoso de los medios de comunicación en el momento de la catástrofe.
En medio del escenario de pobreza de recursos intelectuales y humanos que nos expusieron los medios de comunicación del establishment, la primera afectada es la información.
¿No es posible dictar un protocolo con la finalidad que los medios difundan de forma respetuosa, certera, sin agachadas de ningún tipo ante estas situaciones de catástrofe, que respete a los damnificados y a la sociedad toda, sin qué se escuden de manera falaz en una libertad de información que pisotea nuestros más elementales derechos humanos?
Ver a Ernestina Pais hacer “chivos” del tipo “…hay hasta ahora 5 muertos y miles de damnificados que no tienen un colchón para dormir, pero sí de dormir se trata y tenés que cambiar el colchón compra un Belmo…” o “… si el agua se llevó tus electrodomésticos, Garbarino te ofrece…”, me dio asco y violencia. Que en un medio se permita esta animalada con el único fin de facturar unos mangos me parece de la más baja calidad humana, y la poca condena social de estos hechos habla a las claras de la estupidización (para no ya pensar en la completa deshumanización) de nuestra sociedad.
¿No deberían los medios en estos casos de desastres ponerse a disposición del estado (sin por ello dejar de criticar las responsabilidades que encuentren en el mismo) para la correcta gestión en la resolución de la catástrofe?
¿No debería haber una sanción a todos los medios que fomentaron (a sabiendas de la situación) la protesta y el encono social ante los cortes de luz posteriores a los hechos, cortes que en la mayoría de los casos respondían a pedidos de Defensa Civil por el peligro que corrían los propios vecinos y los empleados de las eléctricas ante barrios y cámaras inundadas? ¿O acaso no sabían (si lo sé yo como no saberlo ellos) que pasados varios días de las lluvias, se vaciaban las cámaras para dar servicio e inmediatamente el agua volvía a inundarlas de inmediato ya que surgía de las napas saturadas de esa agua que no podía escurrirse debidamente por los problemas que ya reflejamos antes en esta misma crónica?
¿No sería saludable que en vez de cargar culpas solo al Estado (que las tiene, obvio) los medios dirijan algo de sus energías en investigar la pobre perfomance de las empresas privadas que tienen las concesiones para realizar la limpieza de los sumideros, o del lobby inmobiliario ávido de negocios sin importarle un pito el bienestar de los vecinos? ¿O su condición de “aportantes” está por encima de los mandatos del “periodismo independiente”?


Justicia bajo las aguas

Uno de los justificativos que uso el Macrismo ante la penosa anegación del barrio de Villa Mitre fue el de la imprevisibilidad de la situación.
Primeramente hemos de marcar que cualquier ciudadano que contara con una TV o una radio estaba al tanto desde el jueves o viernes que a comienzos de semana había un alerta metereológico (un punto a favor del siempre de moda denostado Servicio Metereológico Nacional).
 Segundo, como bien dijo el ingeniero Bruno Capra, del Polo Tecnológico Constituyentes “decir que un acontecimiento es imprevisible, máxime si ya ocurrió (Como Vidal y Macri se encargaron de decir), es ocultar el problema”.
Y los hechos nos muestran a las claras que el macrismo sabía de la existencia cabal de la posibilidad de repetición de este problema.
En septiembre de 2012, los jueces de la Sala II convocaron a una audiencia al gobierno y a los vecinos del Barrio Mitre, a raíz que estos últimos habían presentado un amparo contra el Gobierno de la Ciudad a raíz de las continuas inundaciones que se sucedían en el barrio desde la construcción del Shopping Buenos Aires Dot. En dicha reunión la gestión de Mauricio Macri se comprometió a investigar el tema y a hacer un diagnóstico en diez días.
Recién en noviembre, el gobierno porteño presentó su informe en donde de forma tajante admitía su responsabilidad en las inundaciones del barrio, explicando que la causa eran una serie de obras mal autorizadas para la construcción del Dot y que debían reparase las mismas para superar el problema.


Ante la inacción, el juzgado convocó a una nueva audiencia a las partes el 16 de diciembre, lugar en donde los funcionarios municipales se comprometieron a realizar una obra paliativa con los caños de desagüe en la calle Arias que desagotarían en un piletón del Dot y que no demoraba más de una semana, saliendo poco dinero para el erario municipal. Dicha obra evitaría las inundaciones hasta hallar la solución definitiva.
Pasó todo el verano, y a tres meses del compromiso nadie fue al Barrio Mitre a realizar obra alguna. El juzgado, a mediados de marzo de 2013, y luego de los reiterados incumplimientos, intimó al Gobierno de la Ciudad a acreditar el cumplimiento de la obra en cinco días. Una vez más, el gobierno de Macri incumplió, vino la lluvia, y el resto es historia conocida.
El ministro Montenegro (el único del gabinete que se hizo cargo de la situación y trabajó cuerpo a cuerpo con los vecinos y junto a otras organizaciones políticas opositoras que acudieron en ayuda, nobleza obliga) al hablar con vecinos del barrio prometió colchones, alimentos y ropa para paliar la situación. Y recibió una respuesta inesperada. Una mujer le contestó: “Somos trabajadores y por suerte ahora tenemos trabajo. Los colchones y la ropa nos los compramos solos. Lo que necesitamos es no inundarnos más”.

Buenos Aires frente al cambio climático, solo en papel.

“Buenos Aires frente al cambio climático” es un trabajo de 72 páginas editado allá por mayo del 2011, encargado por el gobierno del PRO al recién entonces formado Consejo Asesor de la Agencia de Protección Ambiental dependiente del Ministerio de Ambiente y Espacio Público, a cargo entonces y aún, de Diego Santilli. La Agencia está presidida ad honorem por el prestigioso climatólogo argentino Osvaldo Cancini, quien, entre otras cosas trabajó junto a Al Gore cuando hizo su famosa campaña para concientizar al mundo sobre el cambio climático, lo cual le valió a este último el Nobel en el año 2007 (además de película y una ponchada de dólares, dicho sea de paso).


En el trabajo encargado por el gobierno porteño, el mismo Mauricio Macri escribió que “en nuestro caso, los principales desafíos son enfrentar el aumento de la temperatura, una mayor frecuencia de lluvias extraordinarias y de sudestadas…”. Para solucionar estos problemas, sugirió entonces “estamos respondiendo con un plan hídrico muy importante, con un manejo de árboles más preciso, con más espacios verdes –incluso sobre los edificios-, con un mejor sistema de alerta de inundaciones, relocalizando a los vecinos que viven sobre áreas de riesgo, con un plan urbanístico ambiental que incluye el diseño de grandes corredores verdes”.
Estas, no son palabras en el aire transmitidas en el fragor de un discurso de campaña, son palabras de un texto meditado, donde se apropia del ideario ambientalista e incluso fue traducida al inglés como manera de hacer ver a Buenos Aires como una ciudad green friendly.
En él reconoce que “el problema se agravará cuando, por el cambio climático, las lluvias serán más intensas…”, e informa que “…la implementación del Plan de Acción lanzado en el 2009 debe adaptarse a esta situación”. Además, afirma que “…la ciudad tiene mucha formas de responder a estos desafíos…”, “… hay capacidad de innovación, hay tecnologías…” y con aire internacionalista dice “… puede haber recursos para ser parte de las soluciones globales y mejorar la calidad de vida local”.
Macri, allá por 2011, vaticinó el problema pero no hizo nada de lo recomendado por el trabajo. Es más, hizo todo lo contrario según lo que ya ha sido detallado.
El mismo Canzini criticó el mensaje del intendente tras la inundación: “Macri dijo que hay una tormenta cada cuatro días, como si fuera algo matemático…”. Incluso, para el prestigioso científico las obras como la del Maldonado son solo un paliativo, lo importante es la política ambiental. Incluso recogió lo escrito en el documento “donde se esperanzaba porque los árboles, en los papeles, parecían una prioridad”, ya que en el texto se decía que “…mejoran la calidad del aire, suavizan el ruido, amortiguan las altas temperaturas, captan el material particulado (en criollo, el humo), reducen el riesgo de inundaciones, son refugio de especies silvestres, y, por supuesto, reducen los gases del efecto invernadero”.
Pero, Metrobús y bicisendas, plazas de cemento y otras yerbas, van en sentido contrario, motivo por el cual Canzini sugirió que está por renunciar en desacuerdo a lo actuado.
De estadísticas de la propia Agencia se desprende que en 1941 había en la ciudad 450 mil árboles. En 2011, eran solo 415 mil. Hoy, se cree que son menos. Todo, teniendo en cuenta el aumento poblacional (tanto de población fija como transitoria). Vamos mal.

Para redondear

En síntesis, Macri desoyó a sus propios equipos de los que tanto se ufana. Miente al declamar su incredulidad a los designios del clima, ya que esto se preveía antes de 2007 y él mismo lo reafirmó en castellano e inglés en 2011. Sub ejecutó el presupuesto de obras clave para paliar la posibilidad de inundaciones, dándole prioridad a las obras más marquetineras, las que se ven más fácilmente: Metrobús, bicisendas, arreglo de plazas y aceras. Y lo hizo en detrimento de un servicio eficiente de limpieza de sumideros y bocas de tormenta que, fiel al estilo PRO, está privatizado y no vale lo que se paga por él. Permitió el avance indiscriminado de la construcción en los espacios verdes, e incluso aún proyecta una gigantesca playa de camiones en una de ellas, reduciendo aún más esas superficies. Desecho superficies permeables como los adoquines para reemplazarlo con asfalto, empeorando el escurrimiento de aguas. No desarrollo sistemas de alerta adecuados a pesar de ufanarse de tener “el mejor equipo de gestión de urgencias de Latinoamérica” (sonó hasta gracioso, humor negro dentro de la tragedia).
Todo con el consiguiente perjuicio para la población, en especial para los sectores medios bajos y bajos, que son siempre los más afectados y que acabaron con el agua al cuello una vez más.
No alcanza con carteles, folletos y spots publicitarios cargados de amarillo. Hay que laburar. Si no, nunca va a estar buena Buenos Aires.

FUENTES
Diario Página 12.
Diario La Nación.
“Programa de Gestión de Riesgo Hídrico”, Gobierno de la Ciudad, año 2007..
“Buenos Aires frente al cambio climático”, Agencia de Protección Ambiental, mayo de 2011.