EL HUECO

Este blog como lo indica su nombre, es un hueco por el que trataré de filtrar información que la tiranía que ejercen los medios con su uniformidad de mensaje, no nos permiten conocer y menos aún analizar. Espero que en esta lucha no esté solo, ya que siento la obligación moral de hacerla igual. Mandame tus notas, comentarios, opinines, cualquier colaboración en esta línea es de vital importancia. Hoy como nunca los medios nos tapan la información con más información. Por ello y como dijo Rodolfo Walsh: “Reproduzca esta información, hágala circular por los medios a su alcance: a mano, a máquina, a mimeógrafo, oralmente.El Terror se basa en la incomunicación. Rompa el aislamiento. Vuelva a sentir la satisfacción moral de un acto de libertad”.



sábado, 24 de julio de 2010

Crisis internacional: el cuento de la buena pipa.


La inmensa cantidad de notas que se hoy se escriben sobre la crisis económica internacional, a su rebote luego del veranito de Wall Street, se vieron reflejadas en los graves problemas de varias economías de viejo mundo, en especial la griega, haciendo hincapié en una vieja conocida de los países latinoamericanos: la deuda externa.
Estos espasmos del capitalismo son recurrentes debido a la globalización financiera imperante en las últimas décadas, con capitales que viajan en lo que tarda en hacerse un click de computadora sin impedimento, traba o regulación de ninguna índole, haciendo de la economía de los países un espejismo permanente donde pareciera que lo más importante es el reposo momentáneo de las famosas “inversiones”, siendo en verdad estas capitales golondrina que migran de un lado a otro con el único fin de mayor rentabilidad, sin importarles en lo más mínimo la vida ni la salud de los empleos y bienes de los moradores del “pico” donde depositan sus garras momentáneamente.


Con la inentendible (en realidad no tanto) aceptación de los gobiernos que reciben de buen agrado una bonanza que ruegan llegue al fin de sus mandatos, ya que la saben pasajera, alaban las bondades de las fuerzas del mercado de capitales a sabiendas (no puedo ni quiero creer que sean tan estúpidos) que difícilmente traigan solución permanente a los problemas de sus ciudadanos, abrazando a los capitales carroñeros que no dudan un segundo una vez cumplidos sus fines en apostar contra la economía que momentos antes les había representado pingües (e inmorales) ganancias. Siempre alejadas del trabajo y la producción que si representan beneficios permanentes a la sociedad, los buitres solo imponen la fuerza del dinero y de las armas si es necesario, -y de eso sabemos ya bastante- para especular comprando voluntades o eliminando a cualquier voz que se les oponga.
Su retirada recuerda las grandes producciones de Hollywood al estilo de Troya o Cruzada. Luego de su paso, el hambre, la desesperación, la pérdida de décadas de trabajo “real” o su precarización, la marginación y la disolución social son sus “legados”, que representan luego muchas décadas de sacrificios para las sociedades que los cobijaron y dejaron por otra que les represente algo más de utilidad en sus fraudulentos negocios. No se les cruza por la cabeza medirnos como seres humanos que comen, respiran, aman, sienten, sino que para estas… ¿personas? solo somos puntos de ganancia en sus balances presentados a accionistas residentes en algún paraíso tropical y hablan de libertad, democracia, justicia, y un montón de palabras huecas de contenido para millones que solo aspiran a pasar el día a sabiendas que el próximo va a ser igual, sin sueños, sin esperanzas, sin… vida.
Y si estas sociedades luego de su retiro, logran recomponer mínimamente su tejido económico y social, volverán a la carga por otra “cosecha” de algunos puntos más de ganancia, formando un círculo vicioso donde unas pocas bestias –no se me ocurre otro nombre para definirlos en una sola palabra- “apuestan” a la desgracia de la mayoría.
La crisis desatada tan solo hace un año –para hablar del momento en que explotó ya que muchos economistas de prestigio la veían venir desde hace mucho- nos permitió presenciar una trama donde los “líderes” reunidos en representación de las grandes potencias nos juraban poner fin –o al menos límites- a este genocidio de guante blanco mucho más cruel y brutal que la más sanguinaria de las dictaduras.
Para sostener esta última afirmación y que no sea atribuida a la exageración o simplemente al delirio de un “zurdo que detesta nuestros valores occidentales y cristianos” que aún defienden los que simpatizan con el Dios mercado -¿será el mismo al que adoran en sus iglesias?-, digamos que de acuerdo a la mortalidad infantil de los últimos 30 años –y tomando datos del año 2008 en el que bajó ostensiblemente la cifra de registros anteriores-donde mueren unos 25 chicos por día solo en la Argentina, y teniendo en cuenta que los datos científicos más conservadores dicen que la mitad mueren por causas evitables –o sea por derivaciones de la miseria en que nacen y viven-, no es impreciso afirmar que 12 niños mueren sin razón de peso por sus paupérrimas condiciones de vida. Llevado a un año la cifra es de unos 4500 chicos, lo que en 30 años nos muestra que 135.000 chicos murieron en Argentina pudiendo esto evitarse si tan solo se hubieran gastado unos pocos dólares de la timba financiera en su atención.
Luego de sentar en la mesa de los países líderes a los llamados “emergentes” –con el nombre hasta nos reconocen que nos habían llevado al fondo del pozo-, países a los que los buitres no hacía mucho habían esquilmado, y como forma de “legitimizar” su mesa dejándolos ensayar soluciones regulatorias, finamente archivaron estas ideas y dejaron todo como estaba, socializaron las pérdidas, y dieron en custodia al rebaño a su viejo y querido lobo feroz: el FMI.
Se habló de miles de regulaciones a la banca de inversión, de la implementación de la ya vieja tasa Tobin que desempolvan para volver a guardar no sea cosa que se oxide, de todo tipo de gravámenes a los movimientos financieros, para terminar haciendo… NADA.
Nada señores… sí, nada. Después de un año de reuniones de presidentes, ministros, cancilleres y secretarios de todo tipo, donde se alabó hasta el hartazgo la consolidación del G-20 como el sistema más democrático de toma de decisiones, donde se anunció con bombos y platillos el fin de la crisis y el comienzo de la recuperación, la burbuja volvió a estallar. Pero yo no diría que el problema asemeja una burbuja. Más bien es un aparato digestivo enfermo donde un día falla y se producen gases, al otro puede hacer que vomitemos o después de alguna de sus medicinas nos produzca un estreñimiento que derive en hemorragias múltiples. Y se le da una Buscapina, se ocultan los síntomas, y listo. De cirugía, ni hablar.

Y como idiotas nos volvemos a sorprender ante cualquier diarrea, y como más idiotas aún nos vuelven a vender el cuento del déficit irresponsable, o la mala administración, a las fallas del estado gigante y su corrupción. ¿Hay acaso peor corrupción, peor hijoputez que un tipo sentado en un escritorio que vale la comida de un año de cien o mil familias, que con un simple movimiento de un dedo en el enter de la computadora, condene a millones a una miseria muchas veces inimaginable?
Y ahora la víctima es Grecia. Y Portugal, y España. Como ya lo fuimos nosotros, o los rusos, o los brasileños, los mexicanos, los turcos, o Asia del este… Y los líderes se sientan y sacan la chequera en el Ritz y hacen un cheque de 750.000 millones de euros para salvar a “sus” bancos después de décadas de ganancias extraordinarias. Pero el cheque no lo pagan ellos. No. Ellos son solo los albaceas de la herencia. El cheque lo pagan los trabajadores, los jubilados, los inmigrantes que morían en balsas que no envidiaría ni Colón para llegar a la Atlántida que los noticieros les vendían en una orgia de productos de consumo que ellos solo arañaban en un televisor viejo de Nairobi, Estambul o Quito. Los 750.000 millones los pagan sus pueblos.
Y a pesar de esto, lo peor es que es insuficiente, ya que el problema dicen que es más grande que 750.000 millones porque los agujeros negros que crean los buitres aspiran los fondos estatales y al poco tiempo vuelven por más.
Y el FMI les impone –de nuevo con la anuencia de los “líderes”- un ajuste fiscal para que como siempre gasten los que más tienen y la cuenta la paguen los que menos tienen, que, oh casualidad, son los que no tuvieron beneficio alguno de la fiesta. Y así invierten causa y efecto. Porque es mentira que la crisis es por nuestros gastos irresponsables. Porque nosotros, en Argentina, empezamos a salir del quilombo haciendo todo lo contrario.
Los planes del establishment van a generar más pobreza y deslegitimación de los gobiernos que los lleven adelante. Y entonces estarán ellos para volvernos a la buena senda. “Su” buena senda. El ajuste debe ser reformulación del gasto e inversión para el crecimiento, la creación y mejoramiento del empleo, la salud, la educación, la ciencia. Lo contrario solo sirve para conformar una espiral de desastres socioeconómicos e inestabilidad política, ambas tan caras a sus fines de rapiña.
Y es sorprendente que después de nadar en el desprestigio absoluto, el FMI resurja como herramienta estabilizante. Es sencillamente, ridículo. Hasta un país pequeño en el contexto internacional como el nuestro demostró su ineptitud.
Hace menos de dos años parecía tener los días contados. Bastó que pusieran a un director “socialista” (???) como Strauss-Khan para fabricar -siempre con la ayuda de sus socios, los medios de (in)comunicación- una ilusión de profunda reforma, haciendo olvidar todas las atrocidades antes cometidas. Los mismos lobos que provocaron el desastre hace poco tiempo atrás, son los encargados de llevar el rebaño. No hay atisbo de racionalidad en sus planes de ajuste. Solo sirven para salvar a los (sus) bancos, mostrando así lo que verdaderamente son: el agente de cobro de Wall Street.
Es obvio que los planes de ajuste para Grecia, Portugal y España van a fallar. Como fallaron siempre en todos los países que fueron obligados a llevarlos a cabo.
Es increíble la total incapacidad de los gobiernos de aprender de la historia, hasta de sus propias crisis. Y más increíble aún es la incapacidad de exigir cambios que tenemos nosotros, los ciudadanos, que somos mayoría y no exigimos que dejen de robarnos, de hacernos pagar con nuestra desgracia las alegrías de unos pocos privilegiados. Para exigirles que no nos vuelvan a vender el buzón de una democracia en la que solo participamos al votar para después depositarnos silenciosos en nuestras casas hasta la próxima, negándonos el derecho de participación real en la forma de armar nuestra sociedad, de solucionar nuestros problemas. Problemas que nos piden dejemos en manos de tipos que prometen en campaña lo opuesto s lo que hacen a los cinco minutos de asumir… ¡y nosotros se los permitimos!
Y eso… eso sí que es un drama.


En la tabla que se expone se reflejan, en millones de euros, los resultados obtenidos por los veinte mayores bancos del mundo por activos, a excepción de chinos y japoneses, entre enero y junio de 2009 y los logrados en el mismo período del año anterior. ¿Estamos en crisis? ¿O solo nosotros?

No hay comentarios:

Publicar un comentario