Al mirar las imágenes en la televisión, me preguntaba si estaba viendo
una de esas películas clase B de Chuck
Norris donde el Marshall arremete a patadas con todo lo que se le pone
enfrente. Faltaba el bueno de Chuck en su papel de policía correcto y pusiera
las cosas en su lugar contra todos esos tipos que diciéndose defensores la ley
disparaban contra todo lo que se moviera enfrente. O que era un documental de
la época de la dictadura o… del 2001.
Pero no, era en vivo y en directo en un hospital (!!!) y los policías
no eran otros que los de la Metropolitana, ese caprichito de Macri que, ya
contando con la Policía Federal, creo un cuerpo sin otro motivo que la
represión de la protesta social contra cualquiera de sus matoneadas o
negociados. Ellos eran los encargados de la barbarie. La policía del admirador
de Menem, Cacciatore y muchos otros que no nombra porque los sabe piantavotos
para cualquier político hoy día.
Fue –aunque parezca mentira- en el Borda, un hospital… ¡y psiquiátrico!
¿A alguien se le ocurre reprimir con gas lacrimógeno, gas pimienta, palos,
balas de goma, en un hospital? No creo… ¿Alguien que se llene la boca hablando
de diálogo y democracia? Menos aún.
Pero claro, los porteños o bien seguimos con la venda en los ojos, o
interiormente estamos de acuerdo con la división entre los que mandan sin
límites y los que deben obedecer sin chistar. Porque Macri es esto que hoy
podemos ver en HD en su faz más cruda y brutal. Es de los tipos que hablan de
la ley solo si esta los favorece, caso contrario, te muelen el lomo o se la
pasan por el culo. Y Macri hizo las dos cosas, primero con la justicia por la
que tanto pregona, y después con sus ciudadanos que protestaban por (a su
entender) una injusticia. Pero el émulo de Freddy Mercury es de los que se
saben al tope de la cadena alimenticia, y si se siente desafiado, facilita la
caza matando a la presa.
Él, que habla de equipos técnicos, planificación y eficacia (así llegó
al poder luego de una zancadilla a Ibarra que, sin siquiera estar procesado y
luego fue absuelto en un juicio justo, fue echado a patadas de la Intendencia),
se ve desnudado por su improvisación constante, su falta trabajo, de cuadros
políticos y de su torpeza extrema para gobernar. Jamás se hace cargo de nada y
siempre tiene a quien culpar: al clima, al gobierno nacional, a la mala suerte…
lo que sea. Es como ese jefe que todos alguna vez tuvimos que le tira el fardo
a cualquier perejil para salir indemne aunque toda la evidencia muestre lo
contrario.
La que en los libros de historia figurará como la “Batalla del Borda”
comenzó apenas Macri asumió, allá por 2007. Al principio era un grano en el
cuerpo de un gobierno que “siempre” tuvo como objetivo la creación de
“oportunidades” para sus miembros, creando los mejores negocios inmobiliarios
en la ciudad más rica del país. Las declaraciones del ministro Chaín ante la
CAC (Cámara Argentina de la Construcción) apenas asumió, donde dijo al hablar
ante sus más destacados miembros, que por primera vez “somos” (sic) gobierno,
desatando el júbilo de los constructores que veían piedra libre para sus más
trasnochados sueños, representó (y representa) toda una declaración de
principios. Así se sucedieron los accidentes laborales, los derrumbes, los
muertos, sin que pasara más allá de una noticia que la sociedad digería entre
comidas sin responsables de ninguna de estos actos irresponsables y muchas
veces criminales. Así también se contribuyó a las inundaciones, a la
degradación de la infraestructura de la ciudad, a las plazas de cemento, al
pavimento por adoquines, a las bicisendas sin sentido, y a cualquier cosa que
pudiera ser “negocio”.
Y así llegamos a la venta -a un precio de amigo- de los terrenos de
Alem y Córdoba (con la excusa que se destinaría el dinero para construir
escuelas que jamás se hicieron y para arreglar otras que aún hoy siguen “en
obra”), al poco apego al planeamiento urbano sin respetar a zonas que por
siempre fueron residenciales, a la
construcción indiscriminada de torres, a los shoppings que inundan barrios (el
DOT en el Barrio Mitre), al asfalto indiscriminado, las plazas de hormigón, la
elección del Metrobús ante la de los 15 kilómetros de subte que había prometido
en campaña (también para deshacerse de eso tiene una excusa), a los hospitales
y escuelas abandonadas a su suerte (menos las privadas, obvio, para esas guita
siempre hay).
Todo, absolutamente todo lo que nos llega del PRO, nos llega con una
bolsa de cemento de regalo. Es su packashing, su marca de origen.
Y el Borda se puso delante de esto. Y la justicia también. Y el bueno
del ingeniero Macri primero les pasó por encima la topadora y después, como
quedaban disconformes, los molió a palos
con sus legiones siglo XXI. Sin medias tintas, sin más discusión, nada del
diálogo que proclama ante el primer micrófono que le acerquen los mismos
periodistas que, si dejan de serle funcionales, los apalea también.
En la previa de la represión había tres fallos judiciales en contra de
la demolición y posterior construcción: dos firmes y uno en plena gestación.
El primero es un fallo de la Jueza Patricia López Vergara que paralizó
la licitación hasta determinar si la obra avanzaba sobre un lugar declarado
Monumento Histórico y que carecía de la necesaria autorización de la Comisión
Nacional de Museos y Monumentos Históricos.
El segundo era un fallo por el daño que la obra les generaba a los
pacientes usuarios del taller protegido que Macri tiró abajo.
Ambos fallos de primera instancia fueron ratificados por la Cámara el
28 de diciembre de 2012, por lo que se encontraban vigentes, según adelantó el
propio tribunal.
El tercer recurso, presentado por el dirigente de ATE Marcelo Frondizi,
era contra el desmantelamiento del taller protegido sin tener alternativa de
otro con similares prestaciones. Su pedido fue primero avalado por la Jueza
Elena Liberatori, luego revocado por su par Andrea Danas al considerar que el
taller había sido reemplazado por otro en la calle Brandsen, y por último ante
el pedido del fiscal de una inspección ocular, la Cámara accedió y realizó el
trámite el miércoles 24 del corriente determinando que el mencionado predio no
contaba con las mínimas condiciones necesarias para su uso, terminando de
inclinar la balanza en contra de Macri.
Ante toda esta movida judicial en contra de sus intereses, Macri optó
por desconocer a la justicia (“…en 26 años de función nunca vi semejante hecho
de desobediencia a un procedimiento jurídico”, afirmó Gustavo Moreno, asesor
tutelar de la Defensoría del Pueblo de Buenos Aires), por lo que el mismo lunes
fue denunciado por “desacato” e “incumplimiento de los deberes de funcionario
público”, caso en el que según muchos juristas es muy probable que pueda ser
considerado culpable ante la evidencia de su burda e ilegal maniobra. De todos
modos, a esto último Macri ya nos tiene acostumbrados, y esta nueva denuncia se
agregará a las que ya tiene por apalear indigentes a través de la patota de la
UCEP (germen de la posterior Metropolitana), a espiar a opositores y hasta su
propio cuñado a través del Fino Palacios (su primer jefe de policía, hoy preso
por la causa AMIA) y por su aparición televisiva al revelar datos y paradero de
una chica que pedía un aborto luego de ser violada, algo a lo que Macri (con
aval de Bergoglio) se oponían a pesar de ser legal según las leyes de la
ciudad.
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La represión de la Metro fue feroz |
Aparte, la Cámara tras evaluar que la conducta de Macri y varios de sus
funcionarios que “no pueden considerarse negligentes sino como evidencia de una
verdadera intención de desconocer las decisiones judiciales” y que por “… la
desmesura e inoportunidad del curso de acción adoptado”, resolvió imponer
multas al Jefe de Gobierno, al procurador y al Ministro de Desarrollo Urbano
(Chaín). Las multas son por 20000 pesos por barba y de seguro serán pagadas con
agrado por Teximco, Ema y Dal Construcciones, adjudicatarias por 369 millones
de pesos (que serán muchos más al fin de la obra) del chiche preferido de
Mauricio Macri: el Centro Cívico.
Allí Macri quiere mudar la Jefatura de Gobierno y a cinco ministerios,
a lo que a los postres le asegura un nuevo y pingüe negocio: la futura venta
del actual Edificio del Plata, ubicado en el corazón del microcentro porteño a
tan solo dos cuadras del Obelisco.
Para ello el Gobierno de la Ciudad va a destruir un predio parquizado
de varias hectáreas, “cementizando” las zonas forestadas para agregar un nuevo
tapón al escurrimiento de aguas que tanto precisa la ciudad.
Y para esto la Metropolitana cargó y apaleó sin miramiento alguno a
trabajadores, médicos, manifestantes, pacientes, periodistas y hasta legisladores.
El saldo de la represión que pudimos ver en vivo y en directo (mal que le pese
a TN, la Nación y Clarín, que trataron de ocultarla) fue de media centena de
heridos y muchos detenidos, y no pudo ser disfrazado por los medios dominantes
con el único fin de no opacar la carrera de uno de sus “pollos” (junto a
Scioli, Carrió y Sanz, entre otros).
Incluso fue golpeado, baleado con posta de goma, esposado y detenido un
fotógrafo del propio Diario Clarín, hecho que el propio matutino de Magnetto
minimizó y luego ignoró olímpicamente en sus múltiples medios. Ni el diario, ni
sus canales de cable y repetidoras, ni sus portales de internet dieron mayor
importancia al tema esperando su rápida evaporación.
Por otra parte, los legisladores María Rachid, Fabio Basteiro y
Alejandro Bodart también resultaron magullados por los golpes y balazos de goma
que la “Metro” regalaba a diestra y siniestra. La legisladora Rocío Sánchez
Andía fue a pedir identificación a una supuesta “fuerza especial” del cuerpo
policial que actuaba a cara cubierta y sin ningún tipo de nombre ni rango
visibles, recibiendo como toda respuesta de parte de uno de ellos un lacónico
“correte pendeja”. Es este el apego de la policía de la ciudad a la ley, la
democracia y la república.
¿Se imaginan ustedes la reacción de estos mismos medios y de los
políticos opositores si el gobierno de Cristina Kirchner hubiese mandado a
reprimir de esta forma a los tipos que trataban de forzar las puertas del
Congreso en el “pacífico” 18A? ¿Y si la Policía Federal hubiese golpeado a un
fotógrafo de Clarín en esa marcha? ¿O un uniformado le hubiese dicho “correte
pendeja” a Vidal, Alonso o Donda? ¿O gaseado a Elisa Carrrió? ¿Y si la
perdigonada de goma fuera a la humanidad de Moyano, el Momo Venegas, Alfonsín, De Narváez, Binner, Gil Lavedra, Pino Solanas
o el propio Macri?
Yo sí. Estarían llamando a invadir la rosada y quemar viva en la plaza
a la Presidente. Pero bueno, las varas que miden los hechos son muy diferentes.
Y los humores de los porteños que miran para otro lado, también. No veo por
esto a ningún opositor o medio llamar a un cacerolazo, siquiera a salir con
cucharitas de café.
Nadie habla que esto es la lógica respuesta de una policía tirada de
los pelos, cuyas cúpulas provienen de los deshechos de la Federal. Tipos que
fueron exonerados o dados de baja de la fuerza por diferentes motivos. Incluso
muchos por usar una desmedida fuerza contra los habitantes a los que deben
proteger.
También la Metropolitana se nutrió de infantes de marina, que emigraron
no por convicción sino ante la perspectiva de mejor remuneración. Es obvio que
su preparación para la guerra no tiene absolutamente nada que ver con la que
deben tener los integrantes de una policía en democracia. Pero no importa, para
Montenegro y Macri está todo bien. Si incluso mandaron a los oficiales
superiores de la fuerza a hacer “cursos de capacitación” (sabe Dios en qué consisten) a la heredera de la Escuela de las
Américas, ese engendro yanqui creado para nutrir de cuadros a los gobiernos
golpistas Latinoamericanos y a la que concurrieron desde Galtieri hasta muchos
de los represores que hoy gracias al Gobierno Nacional están donde merecen,
presos.
Para que el propio gobierno de Macri nos explique el motivo de la
brutal represión (¿qué pretende usted de mí?, diría Isabel Sarli), dejo para el
final las palabras del Ministro de Seguridad porteño, Guillermo Montenegro. Al
ser interpelado en la Legislatura porteña dijo que “no entiendo por qué debiera renunciar” y, lo
más demostrativo del pensamiento PRO, que “…la Metropolitana llegó a las 6 de
la mañana para “respaldar” a una empresa constructora”. A confesión de parte,
relevo de pruebas. ¿Será justicia?
Mientras Clarín habla de "incidentes", minimizando la cuestión,
La Nación titula "enfrentamientos" remedando épocas oscuras.
El resto es más Claro: Represión. Una perla la tapa de Crónicas
que coloca un original "DesBORDAdos"